Produce modificaciones significativas en la atención, memoria, pensamiento y lenguaje, y en la coordinación motora, tiempo de reacción y discriminación perceptiva.
Una correcta hidratación, junto a una alimentación adecuada y una actividad física adaptada a las capacidades de cada persona, de forma que se equilibren las calorías que consumimos con el gasto energético que realizamos, son las bases de la salud. Éstas son algunas de las principales cuestiones planteadas por la Prof. Dra. Pilar Riobó, en el 13º Encuentro Nacional de Salud y Medicina de la Mujer (SAMEM), que se celebró la pasada semana en Madrid.
Durante décadas, la nutrición ha manteniendo en un segundo plano al agua y los líquidos, componentes esenciales para la vida y una correcta nutrición. Para conservar la salud y el bienestar debemos mantener un equilibrio hídrico entre el volumen de líquido ingerido y el excretado. Según la doctora Riobó, Jefe Asociado del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Jiménez Díaz-Capio, “la mayor parte de nuestro organismo es agua, alrededor del 60%. Sin embargo, no existe un mecanismo eficiente de almacenamiento hídrico corporal, por lo que debemos realizar un aporte constante de líquidos para mantener los niveles estables”.
La European Food Safety Authority (EFSA) ha publicado las cantidades de referencia sobre la ingesta adecuada de líquidos estableciendo 2 litros para las mujeres y 2,5 litros para los hombres. Para niños de entre 4 y 8 años recomienda 1.600 ml/día, frente a los 1.900 ml/día recomendados para niños y 2.100 ml/día para niñas, de entre 9 y 13 años. Riobó ha recordado en su intervención Hidratación y balance energético, necesidades vitales que, “estas cantidades deberán ajustarse a las necesidades fisiológicas de cada edad, momento vital, las condiciones ambientales y la actividad física que se realice”.
Hidratación y capacidad cognitiva
Junto a ello, la especialista señala que el estado de hidratación puede influir también en la capacidad cognitiva, y que cuando el organismo pierde más del 2% de líquidos se produce una disminución en el rendimiento mental, lo que afecta a la capacidad de atención, memoria a corto plazo y concentración.
Según la experta, la deshidratación puede alterar diversos procesos mentales así como la rapidez perceptiva, produciendo modificaciones significativas en la función cognitiva (percepción, atención, memoria, pensamiento y lenguaje), y en la coordinación motora, tiempo de reacción y discriminación perceptiva. La experta destacó en su intervención que “una correcta hidratación puede ayudarnos en la prevención de muchos accidentes laborales y situaciones de bajo rendimiento, así como mejorar la sensación de bienestar”.
Búsqueda del equilibrio energético
Para la especialista, realizar actividad física de forma regular es otro de los aspectos más relevantes para mantener la salud, y explica que resulta fundamental equilibrar nuestro gasto energético con el consumo de calorías que realizamos y comprender que no existen alimentos buenos y malos, sino dietas más o menos adecuadas.
“Se trata de cambiar nuestros hábitos de vida, pero esta transformación no sólo pasa por realizar una alimentación equilibrada sino por incorporar a nuestro día a día la práctica regular de actividad física”, añade. Para esta experta, “nuestro organismo está preparado para funcionar con una ingesta limitada y ejercicio suficiente, y no al contrario, como sucede hoy en día”.
Fuente: www.hechosdehoy.com
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