La presión arterial alta, sobre todo en las arterias que suministran sangre a la cabeza y el cuello, podría estar relacionada con una disminución de la capacidad cognitiva, según un nuevo estudio realizado en Australia publicado en la revista Psychological Science. No es la primera vez que alguien llega a estas conclusiones, aunque los estudios se habían centrado tan sólo en la presión alta que se toma de la arteria braquial, en el brazo (por lo general, las mediciones se toman desde aquí). Ésta es la gracia de este nuevo estudio.
En concreto, los investigadores han detectado que las personas con hipertensión arterial en las arterias centrales (incluyendo la aorta, la arteria más grande del cuerpo humano, y las arterias carótidas del cuello) muestran un peor rendimiento en las pruebas de procesamiento visual, así como lentitud de pensamiento y empeoramiento de las habilidades de reconocimiento. Tras estos resultados, los investigadores, de la Universidad de Swinburne en Melbourne, recomiendan, a la hora de tomar la presión arterial, examinar también la salud de las arterias centrales para evaluar las habilidades cognitivas, porque son predictivas de más características de deterioro.
¿Qué ocurre en la vejez?
Un solo latido del corazón bombea la sangre a borbotones, pero las arterias centrales son flexibles, y se expanden y contraen para mantener constante el flujo de sangre hacia el cerebro. Cuando las personas envejecen, las arterias centrales se endurecen. Esta menor elasticidad provoca que el cerebro reciba más sangre a alta presión, lo que puede dañar la cognición.
En el estudio, para el que los investigadores examinaron a 493 australianos entre 20 y 82 años de edad, los científicos encontraron que una presión braquial (la del brazo) elevada se relaciona con un peor rendimiento en la prueba de procesamiento visual (empeoramiento cognitivo). Yendo más allá, la presión arterial central se correlacionaba, demás, con un peor desempeño en varias pruebas, incluyendo el procesamiento, el reconocimiento y la velocidad de procesamiento visual. Por lo tanto, la presión arterial central podría ser un predictor más sensible de envejecimiento cognitivo.
Los científicos pretenden ampliar los resultados estudiando si la reducción de la presión arterial central (algo que puede hacerse dejando de fumar, haciendo un poco de ejercicio o reduciendo la ingesta de sal… vamos, llevando una vida saludable) podría proteger a las personas contra el deterioro mental. Otros estudios ya habían identificado vínculos entre la presión arterial elevada y un mayor riesgo de lesión cerebral y atrofia. Por este motivo, se considera que la hipertensión es un importante factor de riesgo “modificable” para el deterioro cognitivo en la vejez. Y todo empieza por cuidarse.
A cuidarse a partir de los 40 (y siempre)
A finales del 2012, investigadores de la Universidad de California en Davis divulgaron un estudio según el cual el deterioro cognitivo por niveles elevados de presión arterial podría producirse a partir de los 40 años. Y puede darse incluso en personas que no hayan tenido nunca un diagnóstico clínico de hipertensión. El deterioro incluye daño a la integridad estructural de la materia blanca del cerebro y al volumen de su materia gris. Este estudio sí que fue el primero en constatar que existe un daño estructural en los cerebros de adultos al inicio de la edad madura como resultado de la hipertensión arterial.
El mensaje de los científicos en ese momento fue claro: podemos influir directamente en la salud de nuestro cerebro cuidando nuestra presión arterial mientras somos jóvenes.
Fuente: www.medciencia.com
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