El aumento del azúcar en la sangre se asocia al Alzheimer y otras demencias
Las personas con diabetes se enfrentan a un mayor riesgo de desarrollar enfermedad de Alzheimer y otras demencias. Pero lo más sorprendente es que, incluso, niveles de glucosa en la sangre mayores que los normales, pero no lo suficientemente altos como para diagnosticar diabetes, pueden incrementar significativamente las probabilidades de desarrollar estas afecciones neurodegenerativas.
Así lo señala un estudio conducido por un grupo de investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington en Seattle, EE.UU., y publicado en la prestigiosa revista New England Journal of Medicine, el 8 de agosto de 2013.
La explosiva conexión entre obesidad, diabetes y Alzheimer
De acuerdo con las cifras emitidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la prevalencia de sobrepeso y obesidad se ha duplicado entre 1980 y 2008.
Igualmente, se han incrementado vertiginosamente los casos de diabetes tipo 2, una afección que está estrechamente relacionada con el sobrepeso, la obesidad y la inactividad física. Según cifras de la OMS, hay más de 347 millones de personas con diabetes en el mundo.
Como si esto fuera poco, el estudio que nos ocupa, además de corroborar que la diabetes es un factor de riesgo conocido para el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer, demuestra, por primera vez y de forma convincente, que existe una asociación significativa entre la prediabetes y esta demencia.
La prediabetes, también conocida como alteración de la glucosa en ayunas o intolerancia a la glucosa, es una afección en la cual la cantidad de azúcar en sangre (glucosa) tiene un nivel más alto de lo normal, pero no tan elevado como para considerar el diagnóstico de diabetes.
En la prediabetes los valores de glucosa en ayunas están entre 100 y 125mg/dl.
Es importante recordar que un valor de glucosa en ayunas entre 70 y 100 mg/dl se considera normal, mientras que un nivel de 126 mg/dl o mayor confirma el diagnóstico de diabetes.
Algunas de las complicaciones de la diabetes tipo 2 pueden comenzar a desarrollarse durante el período de prediabetes. La detección precoz y el tratamiento de esta condición puede prevenir el desarrollo de la diabetes tipo 2 y las afecciones asociadas como la pérdida de la visión, neuropatía diabética (lesiones de los nervios), enfermedad cardiovascular y renal.
La demencia: otra de las complicaciones de la prediabetes
Los investigadores del estudio que nos ocupa les hicieron seguimiento durante, aproximadamente, 7 años a 2.067 participantes que formaban parte del estudio “Adult Changes in Thought”.
Los voluntarios tenían una edad promedio de 76 años al inicio de la investigación, solo 232 sujetos, la minoría, tenían diabetes tipo 2 y ninguno presentaba manifestaciones de demencia.
Durante el período que duró el ensayo, a todos los participantes les realizaron, periódicamente, exámenes de glucosa en sangre tanto en ayunas como después de ingerir alimentos (glicemia postprandial).
Además, les practicaron determinaciones de HbA1c (hemoglobina glicosilada). Este es un examen muy útil que muestra el nivel promedio de glucosa que tiene una persona durante los tres meses previos al análisis. Esta prueba es indispensable para saber si la diabetes está bien controlada.
Igualmente, a todos los participantes les practicaron pruebas de función cognitiva, y, además, los investigadores evaluaron otros factores que inciden en el riesgo de desarrollar demencia como el grado de instrucción, el hábito de fumar, actividad física, presión sanguínea y el estatus de la salud cardiovascular. Estas variables fueron tomadas en cuenta cuando se realizó el análisis estadístico para evitar confusiones.
Durante los años que duró la investigación 524 participantes, que representaban la cuarta parte del grupo, desarrollaron algún tipo de demencia. Alrededor de 20% de estos sujetos tenía una probable enfermedad de Alzheimer, la forma más común de demencia, mientras que, aproximadamente, 3% desarrolló demencia relacionada con enfermedad vascular y un poco más de 3% presentó demencia por otras causas.
Hallazgos preocupantes
En la medida en que aumentaban los niveles de glucosa en sangre se incrementaba el riesgo de desarrollar demencia y viceversa. Por ejemplo, los participantes que no tenían diabetes, pero que presentaban un valor promedio de glucosa en ayunas de 115 mg/dl (prediabetes), durante los últimos cinco años que duró el estudio, tenían un riesgo 18% mayor de desarrollar demencia, en comparación con aquellos sujetos que tenían un nivel promedio de glucosa de 100mg/dl.
Por otra parte, aquellos participantes que tenían diabetes y presentaban una cifra promedio de glucosa en ayunas de 190mg/dl tenían un riesgo de desarrollar demencia 40% mayor, en comparación con aquellos sujetos cuyas cifra promedio de glicemia era de 160mg/dl.
En otras palabras, en la medida en que aumentaban los niveles de glucosa en sangre por encima de 100mg/dl, se incrementaba el riesgo de demencia. Por lo tanto, si se toman medidas para controlar el nivel de glucosa en la sangre cuando se tiene prediabetes, es posible que se retrase o se prevenga para siempre la aparición de la diabetes tipo 2 y, por lo tanto, podría reducirse el riesgo de desarrollar Alzheimer y otras demencias.
La insulina afecta las células del cerebro
Durante el período en que se instala la prediabetes puede presentarse resistencia a la insulina, una condición que se caracteriza por el uso ineficiente de esta hormona por parte de las células del hígado, tejido muscular, adiposo y del cerebro, lo cual obliga al páncreas a incrementar su producción (hiperinsulinemia), para normalizar los niveles de glucosa en sangre.
Si esta situación no se corrige, el páncreas se agota y no puede mantener la elevada demanda de insulina y, en consecuencia, aumenta progresivamente la glucosa en ayunas dando lugar al desarrollo de la diabetes tipo 2.
Estudios previos han demostrado que la insulina promueve la salud de las células del cerebro, su crecimiento, supervivencia, remodelación, plasticidad de las sinapsis, memoria y aprendizaje. Alteraciones tanto cualitativas como cuantitativas de esta hormona pueden afectar estas funciones.
Las personas que presentan resistencia a la insulina o diabetes tienen un riesgo de dos a tres veces más alto de desarrollar deterioro cognitivo y demencia.
La resistencia a la insulina contribuye de modo independiente al deterioro cognitivo causado por la enfermedad de Alzheimer.
Por otra parte, la diabetes aumenta el riesgo de enfermedad vascular, que a su vez empeora el daño cognitivo ocasionado por el Alzheimer.
Prevención contra el olvido
El proceso neurodegenerativo en el Alzheimer comienza entre 10 y 15 años antes de que aparezcan los primeros síntomas. Cuando los problemas de memoria se hacen evidentes, se calcula que, aproximadamente, 45% de las neuronas del paciente han sido afectadas o destruidas.
Durante décadas los investigadores se han enfocado en la búsqueda de soluciones a través de medicamentos y vacunas para reducir la producción y acelerar la eliminación de la proteína beta amiloide en el cerebro, pero muchos de estos intentos han fracasado o han demostrado un éxito limitado.
No todas son malas noticias
La enfermedad de Alzheimer, por lo general, se desarrolla como resultado de complejas interacciones entre múltiples factores, que incluyen la edad, la genética, el medio ambiente, el estilo de vida y condiciones médicas coexistentes. Por lo tanto, incorporar hábitos de vida saludables y reducir los factores de riesgo podría prevenir o postergar el inicio del Alzheimer y otras demencias.
¿Qué hacer?
• Eliminar o reducir en lo posible el consumo de carbohidratos refinados como arroz blanco, papa o patatas, pan blanco, bebidas azucaradas como las gaseosas y los jugos.
• Aumentar la ingesta de alimentos ricos en carbohidratos complejos como las lentejas, frijoles, cereales de grano entero (integrales), frutos secos como las nueces.
• Consumir abundantes frutas y hortalizas.
• Limitar la ingesta de carnes rojas y consumir carnes blancas.
• Incluir en la dieta pescados ricos en ácidos grasos omega 3 como las sardinas y el salmón.
• Evitar las grasas saturadas presentes en productos de origen animal y consumir aceite de oliva.
• En caso de sobrepeso u obesidad reducir el peso entre 5 y 10%.
• Caminar de modo vigoroso al menos 30 minutos diarios cinco veces por semana.
• Reducir el estrés crónico.
• Controlar los factores que aumentan el riesgo de enfermedad cardiovascular como la hipertensión arterial, aumento del colesterol LDL (malo) y disminución del colesterol HDL (bueno) y aumento de los triglicéridos.
• No fumar.
• Evitar el aislamiento social, tener un propósito en la vida y mantenerse activo mentalmente para incrementar la reserva cognitiva.
Introducir estos cambios es una excelente inversión a largo plazo y la recompensa es una mejor salud física y mental. Sin duda vale la pena!
Dra. Berdjouhi Tsouroukdissian
Vía | miradorsalud.com
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