Lo primero es comenzar con lo que los médicos llaman una buena historia clínica, preguntando al enfermo y a quien vive con él.
El examen neuropsicológico se hace necesario para confirmar la existencia de déficits cognitivos. El más utilizado es el examen Mini-Mental o su versión adaptada para la población española, conocida como Miniexamen Cognitivo.
Siempre ha de hacerse una prueba de imagen cerebral. La resonancia magnética, por su mayor discriminación y por la posibilidad que ofrece de realizar cortes en el plano frontal, es más adecuada para detectar esta atrofia que la TAC o «escaner».
En las pruebas de neuroimagen funcional, llamadas SPECT o PET, puede observarse un patrón típico de Alzheimer.
En torno a los 65 años de edad, un gran número de personas comienza a presentar problemas de memoria, y no les da importancia pensando que son consecuencia inevitable del proceso natural de envejecimiento.
¿Cuáles son los síntomas más habituales?
- Deterioro cognitivo
- Desorientación temporo-espacial
- Dificultad para expresarse
- Dificultad para realizar actividades de la vida cotidiana
Experimentar ciertos despistes cotidianos, como olvidar dónde se han puesto las llaves o el monedero, resulta normal. Pero a veces, lo que interpretamos como pequeños descuidos, pueden ser los primeros avisos de patologías serias como la enfermedad de Alzheimer y otros tipos de demencia.
Hay que prestar mucha atención a los primeros cambios. El deterioro intelectual puede estar causado por un problema neurológico, pero también puede ir asociado a otras enfermedades, como patologías del tiroides, hígado, riñón, infecciones, déficits vitamínicos…
¿Cuáles son los síntomas?
El enfermo de Alzheimer comienza perdiendo la memoria para los hechos y acontecimientos recientes.
Posteriormente y de forma gradual, va presentando dificultad para expresarse, para comprender el lenguaje leído y escrito, se desorienta en el tiempo, en la calle y aun en su propia casa, muestra dificultad para hacer cálculos aritméticos y para manejar dinero, etc.
Estos síntomas interfieren en el correcto funcionamiento de su vida cotidiana y convierten al enfermo en una persona que necesita supervisión y asistencia.
Junto al deterioro intelectual, con frecuencia se desarrollan trastornos del comportamiento que generan aún más sufrimiento y sobrecarga en familiares y cuidadores.
¿Cuáles son los factores de riesgo?
La edad es el factor más evidente. Luego, el sexo. El Alzheimer es más frecuente en las mujeres que en los hombres (la proporción es 1,6:1).
Las razones de este predominio femenino no están aún muy claras. Una de ellas podría ser que, con la menopausia, la mujer pierde el papel protector que los estrógenos tienen sobre las neuronas. Otra podría radicar en la mayor expectativa de vida que tienen las mujeres sobre los hombres.
Se sigue discutiendo si el Alzheimer ocurre con más frecuencia en las personas con menor nivel de instrucción y menos años de escolaridad. Podría ser que a mayor nivel de aprendizaje hubiera mayor número de sinapsis y se alcanzará en la vida adulta mayor reserva cerebral. De esta manera, quien más tenga puede perder más sin que se note mucho.
Entre los antecedentes personales de los enfermos de Alzheimer se encuentra el dato, con mayor frecuencia que entre la población sin esta enfermedad, de que han tenido un traumatismo craneal importante, con pérdida de conciencia durante algún tiempo. La conmoción o contusión cerebral puede inducir la formación de amiloide beta y una reacción inflamatoria a su alrededor.
¿Cómo se trata?
Tanto el donepezilo (Aricept) como la rivastigmina (Exelon, Prometax) son medicamentos con probada eficacia para mejorar la memoria y otras funciones cognitivas de manera clara pero modesta, combatir la apatía, dar al enfermo más iniciativa y capacidad funcional, mejorar las ideas delirantes y las alucinaciones.
El mayor beneficio terapéutico depende de la mayor dosis administrada. Hay ya buen número de datos para poder afirmar que estos fármacos anticolinesterásicos estabilizan o demoran algún tiempo la progresión de la enfermedad quizá porque rebajan la producción de amiloide beta.
Tratamiento de soporte
La asistencia en las necesidades básicas de la vida diaria, la asistencia al núcleo familiar y la liberación de su sobrecarga, la asesoría jurídica social y médica y la facilitación de un apoyo a las familias, la información veraz, continua e inteligible a las familias y a la sociedad en general, la formación adecuada del cuidador informal, el cuidado del cuidador son puntos cruciales de una adecuada asistencia que tiene como fin principal el mantenimiento del enfermo el mayor tiempo posible en el entorno familiar con la mejor calidad.
La persona que sufre Alzheimer y sus familiares precisan un recurso específico que sirva de apoyo, represente una alternativa a la institucionalización permanente y aporte un cuidado y atención global incluyendo los aspectos terapéuticos.
La atención a estos pacientes debería estar dirigida y coordinada por un equipo de profesionales que incluya médicos (neurólogo, psiquiatra, geriatra), psicólogos clínicos, auxiliares de geriatría, neuropsicólogos, profesionales de la enfermería, trabajadores y terapeutas sociales integrados en unidades de diagnóstico y tratamiento. Estas unidades son fundamentales para el apoyo a los equipos de atención primaria y en la coordinación y aprovechamiento adecuado de los recursos socio-sanitarios disponibles.
Dr. Mario Riverol Fernández
Especialista Departamento de Neurología
http://www.cun.es/enfermedades-tratamientos/enfermedades/enfermedad-alzheimer
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