El dolor ante la muerte es la reacción que tenemos en respuesta a una muerte o pérdida. Este dolor puede afectar nuestro cuerpo, mente, emociones y espíritu.
Las personas pueden transmitir o demostrar el dolor que les provoca una pérdida de varias maneras:
- Reacciones físicas: Pueden ser cambios en el apetito o el sueño, malestar estomacal, opresión en el pecho, llanto, músculos tensos, problemas para relajarse, poca energía, nerviosismo o problemas para concentrarse.
- Pensamientos frecuentes: Pueden ser recuerdos felices de la persona que falleció, preocupaciones o arrepentimientos, o pensamientos de cómo será la vida sin esa persona.
- Emociones fuertes: Por ejemplo: tristeza, enojo, culpa, desesperación, alivio, amor o esperanza.
- Reacciones espirituales: Una pérdida puede llevarnos a encontrar fuerza en la fe, a cuestionar creencias religiosas o a descubrir significados y conexiones espirituales.
Cuando las personas tienen estas reacciones y emociones, se dice que están atravesando un duelo.
El dolor es una reacción ante la pérdida, pero también es parte del duelo, que es el proceso de superar la pérdida de la persona que falleció. El duelo es un proceso sano que busca reconfortarnos, hacer que aceptemos la pérdida y encontremos formas de adaptarnos.
Si alguien que conoces ha muerto, es normal tener sentimientos y preguntas por un tiempo. También es normal comenzar a sentirse un poco mejor. Todo depende de cómo la pérdida afecta tu vida.
Está bien sentir dolor durante algunos días, semanas o incluso más tiempo. La intensidad del dolor que sientas puede estar relacionada con lo repentino o esperado de la pérdida, o con cuán cercana sentías a la persona que falleció. Cada persona y situación son diferentes.
Generalmente, uno se va sintiendo mejor en forma gradual. A veces, puedes sentir que nunca te recuperarás. El proceso de duelo lleva tiempo y, algunas veces, el dolor puede volverse más intenso que otras.
A medida que pasa el tiempo, las cosas que te recuerdan a la persona que falleció pueden hacer que se intensifique tu dolor. En otras ocasiones, puedes sentir como que el dolor está por detrás de tus actividades normales, y no constantemente en tu mente.
Hacer cosas que disfrutas o pasar tiempo con personas que te hacen bien puede ayudar a que te sientas mejor. El duelo tiene su propio ritmo. Cada situación es diferente. Cuánto dolor sientes o cuánto tiempo dura tu duelo no es un parámetro que mida cuán importante fue para ti la persona que perdiste.
Todos necesitamos pasar nuestro duelo. El tiempo suele curar las heridas, pero reconocer el dolor que nos causa una pérdida y actuar para sanarlo es algo que puede ser de ayuda. A continuación, enumeramos cinco ideas que pueden ayudarte a superar la muerte de un ser querido:
Participa de las ceremonias. Los funerales y otras tradiciones pueden ayudar a la gente a atravesar los primeros días y a honrar la memoria de la persona fallecida. La simple presencia de otras personas que conocieron a tu ser querido puede ser reconfortante.
Expresa y comparte tus emociones. No te reprimas si de pronto sientes que necesitas desahogarte llorando. No te preocupes si te resulta doloroso escuchar ciertas canciones o hacer algunas cosas porque te recuerdan a la persona que perdiste. Es normal sentirse así. Con el tiempo se volverá menos doloroso. Ten presente que puedes (y podrás) sentirte mejor a medida que pasa el tiempo.
Habla del tema cuando puedas. A algunas personas les resulta útil contar la historia de su pérdida o expresar sus sentimientos. Pero en ocasiones, una persona puede no tener ganas de hablar sobre una pérdida y eso también está bien. Nadie debe sentirse presionado a hablar.
Incluso si no quieres hablar, busca formas de expresar tus emociones y pensamientos. Comienza a escribir un diario sobre los recuerdos que tienes de la persona que perdiste y sobre cómo te sientes desde que no está contigo. O escribe una canción, un poema o un tributo sobre tu ser querido. Puedes hacerlo de forma privada o compartirlo con otras personas.
Preserva su recuerdo. Crea algo que sea tu homenaje para recordar a la persona que falleció, o ríndele tributo plantando un árbol o un jardín, u honra su memoria en una forma adecuada, como puede ser participando de una carrera o caminata solidaria.
Haz una caja o una carpeta de recuerdos sobre él o ella. Incluye recuerdos, fotografías, citas o cualquier objeto que desees. Si quieres, puedes escribirle una carta. Y allí puedes incluir tus sentimientos y las cosas que quisieras decirle, o tal vez agradecerle por ser parte de tu vida.
Únete a grupos de apoyo. Si crees que puede interesarte unirte a un grupo de apoyo para enfrentar el duelo, consulta a tus padres, consejero escolar o líder religioso sobre cómo encontrar un grupo al que sumarte. No tienes que lidiar con tus sentimientos o tu dolor tú solo.
Si tu dolor es demasiado intenso como para soportarlo solo, si es abrumador o se ha prolongado por demasiado tiempo y no hay nada que parezca aliviarlo, busca ayuda. Si el dolor se ha convertido en depresión, es muy importante contarle a alguien cómo te sientes.
¿Cómo sabes si tu dolor es demasiado intenso o si se ha prolongado por mucho tiempo? Cualquiera de los siguientes puntos pueden ser señales:
- Has sentido ese dolor durante 4 meses o más y sigues sin sentirte mejor.
- Te sientes deprimido.
- Tu dolor es tan intenso que sientes que no puedes seguir con tus actividades normales.
- Tu dolor afecta tu capacidad para concentrarte, dormir, comer o relacionarte con la gente de la forma en que lo hacías normalmente.
- Estás consumiendo alcohol o drogas, comes en exceso o te haces daño físico a ti mismo para escapar del dolor o «calmar» esa sensación.
- Sientes que no puedes continuar viviendo luego de la pérdida o piensas en el suicidio, en la muerte o en hacerte daño.
Es normal pensar en la muerte hasta cierto punto. Pero si piensas en suicidarte o en lastimarte a ti mismo de algún modo, o si sientes que no puedes seguir viviendo, habla con alguien de inmediato. Acércate a un adulto en el que confíes (como un padre, familiar, consejero, docente, médico, enfermera, entrenador o líder religioso), cuéntale cómo te sientes y pídele ayuda. Podrán escucharte con calma y ayudarte a encontrar atención profesional.
El asesoramiento de un terapeuta profesional o un consejero que se especialice en duelos puede ayudarte a superar el dolor. Al hablar sobre tu pérdida y tus sentimientos a otra persona que escucha y comprende, el dolor puede comenzar a sanar. Un terapeuta puede guiarte en tu camino para sanar, volver a disfrutar tu vida y recordar a la persona fallecida de forma positiva.
Los grupos de apoyo para personas que atraviesan un duelo, liderados por un consejero, también son de mucha ayuda. Participar de un grupo de apoyo les recuerda a las personas que no están solas, les permite ayudarse entre sí para sobrellevar el dolor y crea vínculos con otras personas que están atravesando una situación similar.
Si estás luchando contra el dolor, es posible que pienses que nunca te sentirás mejor y que las cosas nunca volverán a estar bien. Muchas personas se sienten de esa forma en medio de su dolor. Pero también encuentran formas de superar el dolor intenso y lidiar con los cambios que esa pérdida ha creado en sus vidas.
Con tiempo y apoyo, las personas comienzan a sentirse mejor del dolor emocional del duelo. Por más duro que sea, empiezan a adaptarse a la vida. El dolor del duelo puede ayudarnos a aprender y a crecer, y profundiza el valor de nuestras vidas y de las personas que amamos.
Revisado por: D’Arcy Lyness, PhD.
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