¿Pérdida de memoria o Alzheimer?
Considero la enfermedad de Alzheimer (EA) como una de las más duras para la persona afectada y su entorno. Desde las primeras manifestaciones como tal enfermedad el camino es largo, exigente para la persona y su entorno, tanto familiar como social, siendo cada vez más evidente que el conocimiento del proceso por todos, desde la persona afectada a la sociedad en general, es clave para amortiguar los efectos de su desarrollo. En esto me parece fundamental la labor desarrollada por instituciones como kNOW ALZHEIMER, cuya página web os invito a visitar.
Las primeras consultas por este proceso suelen ocurrir cuando una persona o familiar acude por algunos olvidos, perdida de facultades, cambios de carácter o muy frecuentemente por la noticia de que a un conocido se le ha diagnosticado la EA. Serian los primeros síntomas de alarma que la Alzheimer´s Association ha definido en el siguiente listado:
- Cambios de memoria que afectan a la vida cotidiana (de información recién aprendida, de fechas o eventos importantes, repetir preguntas…)
- Dificultad para planificar o resolver problemas (liarse con el dinero o no conseguir hacer una receta de cocina…)
- Dificultad para desempeñar tareas habituales en la casa, el trabajo o en el tiempo libre. (dificultad para jugar al domino, para ir de pesca…)
- Desorientación en el tiempo y lugar. (perderse en el barrio, o no saber como ha llegado a un lugar…)
- Dificultad para comprender imágenes visuales y relacionar objetos en el entorno (no identificarse ante un espejo…)
- Problemas nuevos con el lenguaje oral y escrito. (No reconocer el significado de una palabra, dificultad para leer…)
- Colocar objetos fuera de su lugar habitual y ser incapaz de recuperarlo (dejar el mando a distancia en el frigorífico…)
- Disminución o falta de juicio para tomar decisiones (descuidar la higiene, compras inadecuadas…)
- Pérdida de iniciativa a la hora de tomar parte en el trabajo o en las actividades sociales (dejan de involucrarse en proyectos o practicar deportes…)
- Cambios en el humor o la personalidad (enfado fácil, recelos, depresión…)
Que podéis ver en el siguiente video:
Cuando alguno de estos síntomas está presentes en una persona es recomendable acudir a su médico de Atención Primaria para evaluar y establecer un plan de cuidados y seguimiento por los profesionales más adecuados.
Como ninguno de los síntomas es clave para asegurarnos su presencia, actualmente el diagnostico de la EA es fundamentalmente clínico, basado en la entrevista clínica y la exploración. Y dado que tiene un carácter progresivo es posible que el diagnostico se realice en las fases precoces o en fases avanzadas.
No disponemos de un “test de evaluación del conocimiento” que sea totalmente fiable para el diagnóstico, los existentes tienen muchas limitaciones estando influenciados por la edad, el sexo, el nivel cultural, educativo e incluso social. Los más utilizados son el Mini-Mental State Examination y el examen cognitivo de Lobo, que carecen de evidencia científica para aplicar como test de diagnostico o cribado a la población mayor de 65 años . En mi práctica clínica utilizo mucho la información que puede aportar el familiar o la persona que le cuida , a los cuales les entrego el test del informador (enlace alternativo) para que compare como era el familiar hace 5 o 10 años y como lo es en el momento actual que parece presentar un deterioro de la memoria, siendo el resultado de este test independiente de la inteligencia previa, el nivel de escolarización y de la edad. A la vez lo utilizo esta información como una herramienta de observación y seguimiento del paciente para estar alerta respecto a aquellos aspectos que nos pueden dar la clave para diferenciar el deterioro mental asociado a la edad de los síntomas de EA, y que se refiere en la siguiente tabla de la Alzheimer´s Association
Como en otras enfermedades crónicas y complejas no conocemos la causa exacta, si se han identificado algunos factores de riesgo que están relacionados con el desarrollo de la EA pudiendo realizar recomendaciones para eliminar algunos de estos factores y promover algunos factores de protección frente al deterioro cognitivo.
Poco podemos hacer frente a alguno de los principales factor de riesgo no modificables de desarrollo de una demencia como son la edad, a partir de los 65 años los casos se duplican cada 5 años, y el sexo femenino.
El nivel educativo bajo aparece como uno de los factores de riesgo más presentes en los estudios realizados, por ello elevar el nivel educativo de la población general debe ser una prioridad en la promoción de la salud.
Prevenir y tratar adecuadamente la obesidad, la hipertensión arterial, la diabetes, el colesterol elevado repercutirá en la menor posibilidad de tener enfermedad cerebrovascular y del posterior desarrollo de demencia.
Otros factores considerados de riesgo para la EA son las alteraciones del tiroides, la depresión o el aislamiento social.
Y como factor protector se considera tener “hábitos de vida saludable”, que venimos tratando en el blog y que ya sabemos seria no fumar, evitar el consumo excesivo de alcohol, realizar ejercicio físico de forma regular y llevar una alimentación sana y equilibrada, especialmente para la EA se recomienda que sea baja en grasa y alta en omega-3, vitamina B12. ácido fólico y antioxidantes, cuyo prototipo lo podemos encontrar en la dieta mediterránea.
Francisco Carlos Carramiñana Barrera – Blogs Hoy Médico de familia en el Centro de Salud de San Roque de Badajoz
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