Quiero estar contigo
No he sabido dejar de echarte de menos, no he querido dejar de echarte de menos… Porque todos estos días en los que estoy cansada de toda existencia humana y la ciudad parece un infierno, nada puede con este gesto de haber perdido. Siento como si tragase cristales rotos que se incrustan de forma famélica en una parte de mi pecho. Las paredes de este cuarto últimamente me vomitan con otra forma, una mutación que asusta a todo aquel que está a mí alrededor y que seres ansiosos de destrucción aprovechan para alimentar el deseo de la partida hacia tu lado, ese otro mundo donde tu risa ya no hace eco.
Ese gris con el paso del tiempo de tu pelo a juego con mi ánimo, agrietado y en constante movimiento entre la luz y la sombra, una noria donde la feriante no está sobria y tu caricia cálida en mano de masa, devoción profunda por quien corre al lado de un bastón debido al paso del tiempo mientras yo esperaba tu risa cual guitarra acústica.
Esa honestidad que tanto adoré y quiero tener algún día con alguien, esas tardes en las que me llamabas artista, pidiéndome otra canción, una hermosa que no hablase de pasados, que no pinche las heridas, que no arañase las rodillas, que recordase la muñeca sin la que no podías dormir siendo una pequeña niña, aquella mariquita que perdiste aquella tarde y todos los campos y huertas que recorriste buscando otra, porque tenía que ser parecida a la de aquel día, pero tú ya no estabas conmigo pese a estar en el mismo mundo.
Cuando perdías las llaves, olvidabas como regresar a casa, pero nunca olvidaste y siempre supiste abrir aquel cerrojo incrustado en el pecho pese a no ser consciente de ello.
Sería más fácil si hubiera heredado de ti esa facilidad de hacer feliz a la gente sin fruncir el ceño en el esfuerzo. Es indigno no haber llegado a conocer los surcos de los disgustos que nunca te he dado, tus resoluciones sobre ellos, que han llenado y vaciado mi vida por temporadas. Pero te veo en otras calles, en otras miradas encorvadas por el paso del tiempo, en otros bancos, en otras plazas, en jardines llenos de luz que aún no existían cuando decidiste irte, en carnicerías donde me reía haciendo historias imaginarias en mi libreta con el lápiz de los sueños. Vendería la mitad de mis días por una semana para mirar por la ventana juntas, para regresar a poder enseñarte los deberes hechos y decirte que todos los Eneros sigo esperando que me eches una mano, que regreses a mi lado y soplemos a dúo como antes para apagar las velas de mi tarta. Abuela, perdóname por no poder verte en esta situación, perdóname porque sienta roto el corazón, perdóname por no ser capaz de aceptar esta especie de pérdida, porque daría mi vida por volver a aquellos días.
Abuela ¿cuánto cuesta el billete para ir donde tú estás? Quiero estar contigo.
Jessica Pancorbo
Contacto: cartas@alzheimeruniversal.eu
Mañana dice
Emotiva carta…de verdad como se les extraña.
Marta Nelly Henao Ospina dice
Què belleza de texto, no pude evitar algunas làgrimas…Me imaginaba a mi nieta escribièndome esta carta, me llenè de emociòn….Me imaginè sentada en una silla, en un jardìn de una casa grande…en un dìa hermoso, pero con la mente en otro mundo muy lejano…
Monserrat Alarcón Arancibia dice
Muy emocionada por la carta, al comienzo no sabia quien era el receptor de las letras, pensaba que era su mama, y casi la final entendí que era para su abuela, muy poética la chica para su redacción, felicitaciones y grandes bendiciones
patyg13 dice
Que hermosas palabras me han llegado al corazon. Es muy dificil ver a nuestros seres queridos en ese estado tan terrible. Ese horrible personaje llamado Alzheimer llego a nuestras vidas afectando a mi padre, se lo llevo hace dos años y ahora vuelve con mi madre. Es muy duro, pero si no los cuidamos nosotros como hijjos que somos y con ese amor incondicional como ellos nos lo dieron en su momento, quien lo haria, no lo creen?…….Hermosas palabras he llegado a las lagrimas. Bendiciones a todos