De Cuidadora Profesional a Cuidadora Familiar
Nunca se me hubiera ocurrido escribir como cuidadora familiar, será porque la profesión la llevo en el alma y antes que hija, soy profesional.
Pero cuando una enfermedad de pronóstico largo toca a la puerta, son muchas las dudas que discurren en mi cabeza:
• Debo estar las 24 horas?
• Controlarlo una vez al día basta?
• Es mejor un centro de día o una cuidadora…
• Quién se encarga de mantener a toda la familia informada?
• Estamos haciendo lo mejor para el enfermo?
• Y sin olvidar la auto culpa! “Qué hago yo en casa (o donde sea) si él está en el hospital!”
Ya hemos tenido otro “susto” y la verdad, creo que supimos llevarlo bien como cuidadoras, aunque, lo hicimos todo mal según mi padre (el enfermo). Quizás, porque la vida me ha dado ya demasiados sustos, o porque sé que soy una sufridora nata, o simplemente porque el carácter y la personalidad del enfermo van a estar en continuo choque con mis valores, esta vez, estoy más que convencida que mi postura de tomar cierta distancia, es la mejor opción. Los profesionales de salud mental que cuidan de mí desde hace unos años, me aconsejan lo mismo: distancia prudencial y saber decir NO.
Esta vez un ICTUS ha llegado a nuestras vidas, aunque esta vez es mi hermana pequeña, quien se lleva la parte más dura: la de cuidadora principal. Porque yo no puedo permitir que su enfermedad me afecte tanto como para que me autodestruya.
La mejor opción, la que intento inculcarme e inculcarle a mi hermana (y a todos los cuidadores), es siempre intentar mantener la cabeza fría, y aceptar lo que podemos y lo que no podemos hacer. Habrán momentos en los que la dichosa enfermedad, nos invada toda nuestra vida, y no debemos caer en esa tentación. Debemos, por nuestra salud mental, mantener las cosas que nos gusta hacer y tener tiempo para nosotros mismos y nuestra propia familia.
En ningún momento quiero decir que prescindamos de nuestro “deber”, sino, que debo aceptar lo que puedo o no puedo hacer, e intentar marcar límites. Nadie dice que sea fácil tomar decisiones, pero si vas a ejercer de cuidador/a y vas a estar renegando de todo lo que hacen y dicen los demás, quizás es el momento de dar un paso al lado, ya que el agotamiento, el perfeccionismo o los miedos, serán tus peores aliados.
Y los juicios de valores que hagan otras personas, u otros familiares (que esperaban «todo» de ti), o los mismos profesionales que atiendan al enfermo, no me van a hacer cambiar de opinión, puesto que ellos, no han vivido mi vida.
La persona cuidadora de referencia también debe aprender a derivar, no puede estar por todos y para todos. Personalmente, desconozco cualquier técnica para aprenderlo, sólo el tiempo y el agotamiento te llevan a tomar la decisión. Los demás cuidadores, podemos expresarle los horarios y las acciones que podemos ofrecerle, pero quien deberá tomar las decisiones es la persona cuidadora principal.
Con esto, aconsejo el uso de Centros de día, o diversos acciones de Servicios Sociales como el SAD (Servicio a Domicilio), o en su caso, el ingreso en una residencia. Y no por eso voy a ser (ni me siento) una mala hija, ni tampoco es egoísmo, ni abandono, me cuido en salud… que es muy diferente.
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