La bofetada existencial. Paliativos y el final de la vida
Los médicos de cuidados paliativos explican la «bofetada existencial» que muchas personas enfrentan al final de la vida.
¿Qué es la “bofetada existencial»?
Es esa sensación a nivel visceral, cuando por primera vez y justo ese momento, una persona que está al final de la vida, reconoce que se está muriendo. Así es como lo describe Nessa Coyle, una enfermera y pionera en cuidados paliativos. Para muchas personas que se han encontrado en esa situación, el “darse cuenta” se produce de golpe: «El hábito de permitir que los pensamientos de muerte permanezcan en un segundo plano ahora es imposible», escribió Nessa Coyle. «La muerte ya no puede ser negada».
De esa bofetada existencial, Coyle refiere que a muchos pacientes que padecen enfermedades terminales, esta conciencia plena a la muerte, nos precipita a una crisis personal.
Conocida por otros nombres
“La crisis del conocimiento de la muerte”; “un punto de inflexión existencial” o “una situación existencial”; “el enfriamiento del ego”, estos son algunos de los nombres con los que los investigadores han bautizado a la bofetada existencial.
Según evidencian, suele pasar en cuanto el médico da el diagnóstico: “tienes una enfermedad incurable”; “tu corazón se ha debilitado”; “tus pulmones se están rindiendo” …
Gary Rodin, un especialista en cuidados paliativos que se formó en medicina interna y psiquiatría, lo denomina el «primer trauma»: los efectos emocionales y sociales que comporta la enfermedad.
Por una parte, las raíces de este trauma pueden ser culturales. Aunque la mayoría de las personas reconoce a nivel intelectual que la muerte es inevitable, según dice Virginia Lee, una enfermera que trabaja con pacientes con cáncer. Pero, «al menos en la cultura occidental, creemos que vamos a vivir para siempre». Los pacientes con cáncer avanzado a menudo le dicen que habían pensado en la muerte, pero solo como algo que les sucedía a otras personas, hasta que recibieron su diagnóstico. «He escuchado de pacientes con cáncer que su vida cambia instantáneamente, en el momento en que el médico o el oncólogo dice que está confirmado que es cáncer», dice la enfermera de cuidados paliativos.
¿Cómo es aprender que vas a morir?
Aunque el impacto de darte cuenta de tu mortalidad, no tiene por qué ocurrir en ese momento, señala Coyle. Tal vez un día mirándote al espejo, de repente, te das cuenta de que estás muy delgado, o bien, te das cuenta de que tu ropa te queda grande. «No es necesariamente verbal; no es necesariamente lo que otras personas te dicen «, explica Coyle. «Tu alma puede estar diciéndotelo o los ojos de otras personas».
E. Mansell Pattison, uno de los primeros psiquiatras que escribió sobre las emociones y las reacciones de los moribundos, explica en[amazon_textlink asin=’0132946297′ text=’“The Experience of Dying”’ template=’ProductLink’ store=’alzheiuniver-21′ marketplace=’ES’ link_id=’94a0e99f-2ad3-4424-975c-7ca9e75222e4′] por qué esta “bofetada existencial”, marca un cambio radical en la forma en que piensan sobre sí mismas, las personas afectadas: «Todos nosotros vivimos con el potencial de morir en cualquier momento. Todos nosotros proyectamos una trayectoria de nuestra vida. Es decir, anticipamos un período de vida determinado, dentro del cual organizamos nuestras actividades y planificamos nuestras vidas. Y luego, bruscamente, podemos enfrentarnos a una crisis… ya sea por enfermedad o por accidente, nuestra trayectoria potencial cambia repentinamente «.
Algunos de los pacientes, sienten depresión, desesperación, ira o las tres. Lloran. Sienten una sensación de pérdida de significado. El sistema de creencias de una persona puede cuestionarse por completo, porque «prácticamente todos los aspectos de su vida se verán amenazados por los cambios impuestos por la enfermedad y su gestión», escribió Lee.
Estudios que lo corroboran
En 2011 se realizó un pequeño estudio en Dinamarca, los pacientes con cáncer de esófago incurable informaron que después de su diagnóstico, sus vidas parecían perder el control. Algunos se preguntaban por qué habían recibido un diagnóstico terminal y caían en la desesperación. «No me importa nada», dijo un paciente. «Casi me había dado por vencido».
En la década de los años 70, Avery Weisman y J. William Worden, dos investigadores de Harvard, hicieron un estudio fundamental sobre dicha situación: la bofetada existencial.
Los 120 pacientes recién diagnosticados con cáncer y que tenían un pronóstico de al menos tres meses, fueron entrevistados en varias etapas. Las preocupaciones existenciales eran más importantes que lidiar con los impactos físicos de la enfermedad, así es como respondieron casi todos los pacientes del estudio. Los investigadores evidenciaron que ajustarse a esa nueva situación era un proceso duro, pero aun relativamente corta y sin otras complicaciones derivadas, con una duración de aproximadamente cien días.
Para algunos pacientes, la crisis desencadenó o creó problemas psicológicos duraderos. Otros que parecían enfrentarse a la crisis, regresaban después a un estado de negación y luego volvían a la crisis, quizá en más de una ocasión.
Los pacientes que tuvieron más remordimientos, tuvieron mayor angustia emocional durante este período. Los que más se arrepentían sobre su pasado fueron más pesimistas, provenían de familias desestructuradas y problemas matrimoniales. Las mujeres que más vulnerabilidad presentaron fueron las divorciadas y viudas, además de las personas que no tenían ningún apoyo familiar.
Encontrar un equilibrio entre ser consciente de la dualidad: vida y muerte
Los médicos de cuidados paliativos solían pensar que un paciente estaba en estado de negación o de aceptación y punto, dice Rodin. Pero ahora él y sus colegas creen que las personas somos más propensas a hacer ondulaciones de idas y venidas. «Tienes que vivir consciente de la muerte y, al mismo tiempo, equilibrarlo para no involucrarte con la vida», asegura. «Ser capaz de mantener esa dualidad, a la que llamamos conciencia doble, y que creemos que es una tarea fundamental».
Ya sea que la gente pueda o no encontrar ese equilibrio, la crisis existencial no dura; los pacientes no pueden permanecer mucho tiempo en un estado de ansiedad aguda. Coyle ha encontrado en su trabajo que los picos de angustia posteriores, no suelen ser tan severos como la primera bofetada. «Una vez que te hayas enfrentado así [a la muerte] una vez, ya no es un conocimiento nuevo en tu conciencia», dice la enfermera.
No siempre es sinónimo de sufrimiento
La bofetada existencial no siempre implica sufrimiento mental, y los profesionales médicos que trabajan con los pacientes en fase terminal, dicen que hay casos raros, en los cuales, los pacientes parecen saltarse esta fase por completo, o al menos experimentarla de una manera mucho menos dolorosa. «La gente puede llegar a la realización gradual», dice Coyle. «Nadie tiene que pasar por el choque repentino de ser consciente plenamente».
Para la mayoría, descubrir cómo adaptarse a convivir con una enfermedad que lo más probable es que sea mortal, es un proceso cognitivo difícil, pero necesario, según Lee. Cuando los pacientes emergen del otro lado de la crisis existencial, descubren que muchos están mejor, debido a eso. Estos pacientes son más propensos a tener una compasión más profunda por los demás y una mayor apreciación por la vida que aun les queda.
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Para llegar hasta ahí, han de enfrentarse directamente con la certeza, de que van a morir. «Si eres una persona que evita ciertos temas y no te gusta pensar en estas cosas, eso funciona mejor cuando la vida va bien», dice Rodin. «Simplemente no funciona bien en este caso, porque la realidad no lo permite». Es como intentar pretender que no necesitas un paraguas o un chubasquero, o que no llueve, cuando realmente, está lloviendo. Puedes hacer eso cuando está lloviznando, pero eventualmente, tienes que darte cuenta, de que la lluvia está ahí, y de lo que quieres hacer en esa situación.
Por Jennie Dear
Fuente original: theatlantic.com
Mae
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