Investigadores del Colegio de Medicina Albert Einstein, en Nueva York, pasaron cinco años evaluando a 488 personas de entre 75 y 85 años que no tenían demencia al inicio del estudio. Durante ese período, 101 participantes desarrollaron demencia.
EL ESTUDIO
Al comienzo de la investigación, las personas informaron con cuánta frecuencia participaban en seis actividades de ejercicio de la memoria: leer, escribir, resolver crucigramas, participar en juegos de mesa o cartas, integrar grupos de debate y escuchar música.
Por cada actividad, la participación diaria fue evaluada con siete puntos, algunos días a la semana con cuatro puntos y una vez a la semana, con un punto.
La calificación promedio para los participantes que luego desarrollaron demencia era de siete puntos, lo que implicaba que hacían una de las seis actividades cada día.
Diez personas informaron no realizar ninguna de esas actividades y 11 sólo una de ellas a la semana.
Los expertos después observaron el momento en que la pérdida de memoria comenzó a acelerarse rápidamente y hallaron que por cada actividad adicional en la que participaba una persona, la aparición del deterioro cognitivo se demoraba 0,18 años.
«El momento de deterioro acelerado se demoró 1,29 años en la persona que participaba en 11 actividades por semana, comparado con aquella que sólo practicaba cuatro actividades a la semana», dijo el investigador Charles Hall en un comunicado.
El experto añadió que los resultados seguían siendo válidos después de tener en cuenta el nivel educativo de los participantes.
«Estas actividades ayudarían a mantener la vitalidad cerebral. Se necesitan más estudios para determinar si aumentar la participación en estas actividades podría prevenir o demorar la demencia», indicó Hall.
La investigación, publicada en la revista Neurology, fue respaldada por el Instituto Nacional de Envejecimiento de Estados Unidos.
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