Estrategias de afrontamiento ante la enfermedad
Imagen: casadesalud.com |
Para entender lo que es el afrontamiento, podemos tomar la definición de Cohen y Lazarus, quienes lo describen como los esfuerzos, tanto orientados hacia la acción como mentales, que realiza la persona para manejar. Es decir, tolerar, reducir, minimizar las demandas internas (que entre otras fuentes le pone la enfermedad) y del ambiente (tratamientos, rehabilitación y otras), que cargan o sobrepasan los recursos de la persona.
Uno de los motivos por los que vemos que es importante el estudio y la mejora del afrontamiento es que hay una relación bilateral entre cómo la persona afronta la enfermedad y los tratamientos, y su estado emocional ante ellos. Un afrontamiento adecuado (ej: colaborando con los profesionales, manteniendo relaciones sociales) puede favorecer un buen ajuste emocional (personas que tienen un mejor nivel de ánimo y de ansiedad), y lo contrario: un mal ajuste emocional (personas que se encuentran más nerviosas o con ánimo bajo) puede favorecer que hagan frente de forma inadecuada a la enfermedad (evitándola, recurriendo a la fantasía en lugar de estar en la realidad).
Al hablar de afrontamiento podemos distinguir diferentes estrategias de afrontamiento, lo que la persona hace en concreto para hacer frente a la enfermedad, de las cuales existe una gran variedad de posibilidades: hablar con otros, buscar una solución, negar el problema, rezar y otras, del estilo de afrontamiento, que nos indica cómo las personas habitualmente afrontan las dificultades: ejemplo: tiende a evitar los problemas en lugar de intentar solucionarlos; se muestra dependiente de otros (familiares, amigos, profesionales) en lugar de ser autónomo; flexible en lugar de rígido.
A la hora de ayudar a una persona enferma, es muy bueno que sepamos cual es su forma habitual o estilo de afrontamiento, ya que podemos animarle y facilitarle que emplee, dentro de lo que es habitual en él, lo que sea más adecuado (si tiende a ser activo buscando soluciones, podemos animarle a que lo intente; si prefiere hablar con otros, podemos favorecer el que mantenga conversaciones con personas cercanas).
Lazarus hace una distinción que consideramos importante entre estrategias de afrontamiento dirigidas al problema, en nuestro caso la enfermedad y el tratamiento: ej: búsqueda de soluciones, colaboración en la rehabilitación; y las estrategias dirigidas a la emoción provocada (ansiedad, depresión y otras): Por ejemplo, distanciamiento del problema, relajación, evitar pensar en las dificultades, ver la situación de forma positiva. Las enfermedades normalmente exigen de nosotros que utilicemos los dos tipos de estrategia.
Una pregunta frecuente que se nos plantea es la de si existe el mejor afrontamiento de la enfermedad. No se puede identificar una única estrategia como la mejor para todas las situaciones, por ejemplo, asumir siempre un papel activo o sumiso. Entendemos que es más importante ser flexible e intentar adaptarse a las distintas situaciones. Diferentes formas de afrontamiento pueden ser efectivas dependiendo de factores como el tiempo desde que nos dan el diagnóstico, la posibilidad que tenemos de controlar la situación u otros factores. En relación al tiempo, en enfermedades graves, una negación inicial del diagnóstico puede ser efectiva y facilitar una mejor adaptación emocional (por ejemplo: negar durante un tiempo breve que acabo de recibir un diagnóstico de cáncer con enfermedad avanzada me puede ayudar a estar más tranquilo y ser más efectivo). Sin embargo, en las fases siguientes, una vez que la persona se ha situado mejor ante su problema, son más adecuadas otras intervenciones, como el aclarar dudas y colaborar con el tratamiento.
Las estrategias de afrontamiento más adecuadas también dependerán de la posibilidad que tiene el sujeto de controlar su situación. Por ejemplo, en el cuidado de una enfermedad como la diabetes, conviene que el sujeto lleve un papel activo. En cambio, en el momento de recibir cirugía, es mejor tomar un papel más pasivo.
Extracto de: Gestión de cuidados de enfermería a un individuo (Viviana Gularte, página 2)
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