Lo aseguró Facundo Manes, director del Instituto de Neurociencias de la Universidad Favaloro.
– ¿Cuáles son las principales enfermedades de las que se ocupan las neurociencias?
–En términos de prevalencia, sin dudas el mal de Alzheimer está entre las más importantes, porque el principal factor de riesgo para esta enfermedad es la edad y el mundo está envejeciendo. Y al haber cada vez más población envejecida, va aumentando la prevalencia del Alzheimer, también en la Argentina.
–¿Cuáles son los principales avances en este campo?
–Lo primero es que hoy sabemos que el Alzheimer empieza en el cerebro muchos años y tal vez décadas antes de que se manifieste en síntomas. No ahora, pero estimo que en los próximos 10 a 15 años, las neurociencias, con una combinación de tecnología, quizás nos puedan dar certeza sobre qué cerebro está envejeciendo en forma normal y cuál va camino al Alzheimer. Y eso va a ser un avance enorme.
–¿Se llegaría a tener una especie de factor predictivo?
–Digamos que podrá haber marcadores biológicos tempranos en el cerebro. A su vez, ahora se está avanzando mucho en tratar de entender qué pasa. Por eso creemos que en los próximos años puede haber medicación que retrase los síntomas, como pasó con el sida, que era una enfermedad mortal y ahora es crónica. La idea es cronificar el Alzheimer cuando los síntomas se presenten. E incluso, hipotéticamente, se podría comenzar a actuar en forma preventiva antes de que los síntomas aparezcan.
–Pero eso todavía no es posible ¿verdad?
–No, todavía estamos en una etapa en la que no se puede detectar el Alzheimer presintomático. Lo que sí se hace es adelantar el diagnóstico, que antes se hacía recién cuando la enfermedad estaba muy avanzada. Hoy hay personas con problemas severos de memoria que pueden funcionar bien en su vida, sin que la gente advierta que tienen Alzheimer. Hoy sabemos que un déficit de memoria característico con una atrofia de algunos lugares del cerebro ya es Alzheimer inicial. Y así se ha adelantado el diagnóstico unos seis o siete años.
–¿Cuál sería la alerta de que hay un signo temprano?
–El primer síntoma, en general, aunque hay excepciones, es la afectación de la memoria y el olvido. Pero es importante destacar que la memoria no es una sola y que el cerebro trabaja en red. Es la memoria episódica, la de dónde y cuándo, la que se afecta en el Alzheimer. No la memoria “ on line ”, por ejemplo, que es la que permite recordar un número sólo lo suficiente para llamar por teléfono y después olvidarlo. O sea que es importante saber que uno todo el tiempo olvida cosas y que olvidar es normal.
–Entonces, ¿cuándo el olvido es normal y cuándo patológico?
–Veamos ejemplos. Si ayer fui al cine y no me acuerdo de la trama de la película, es normal. Pero si no recuerdo que fui al cine, es anormal. Si estoy cocinando y se me quema el pollo es normal, pero si me olvido de que estoy cocinando, es patológico. El olvido es anormal cuando el sentido común hace sospechar que algo está mal.
–¿Hoy es útil consultar ante ese tipo de síntomas?
–Sí. Hay que detectar el problema cuanto antes, porque hay demostraciones recientes de que la estimulación cognitiva sirve. Y esto es todo lo que desafía el cerebro. Hacer crucigramas todo el tiempo no sirve, porque deja de ser un desafío. Sí lo es aprender un idioma nuevo, o aprender a tocar un instrumento musical. No sirve hacer siempre lo mismo, sino aprender algo diferente. La otra opción son especialistas que entrenan la memoria, pero si no se puede acceder a eso, la clave es aprender algo nuevo.
–¿Esto sirve para proteger el cerebro o para disminuir el riesgo de deterioro?
–Para proteger no se puede hacer nada, pero sí se puede disminuir el riesgo. Y en esto la regla es simple: todo lo que es bueno para el corazón es bueno para el cerebro. No tener sobrepeso ni colesterol, hacer ejercicio. Todo lo que cuida las arterias cardíacas, también cuida las arterias cerebrales. Pero además hay dos cosas que le hacen bien al cerebro: el estímulo intelectual y la interacción social. El aislamiento social es tóxico para el cerebro. En resumen, el desafío intelectual y lo social, sumados a lo que ya sabemos del corazón, reducen el riesgo de tener trastornos cognitivos.
De Salto a Cambridge
Facundo Manes disertó en Córdoba en la Primera Jornada de Neurociencias 2012, organizada por Conci-Carpinella. Nació en 1969 y es neurocientífico. Tras vivir toda su infancia y adolescencia en Salto (provincia de Buenos Aires), estudió en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA, 1992) y posteriormente en Cambridge.
Fuente: La Voz
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