Un tratamiento para el Alzheimer se muestra promisorio en un pequeño estudio de tres años
Una terapia farmacológica inmunológica que utiliza anticuerpos del plasma de la sangre ha retrasado la progresión del Alzheimer en un pequeño grupo de pacientes que recibieron la terapia durante tres años. Un ensayo en fase 2 con 16 de 24 participantes de un estudio anterior sugirió un deterioro más lento de lo esperado en sus capacidades de pensamiento, conducta y funcionamiento diario con infusiones de inmunoglobulina intravenosa, o IGIV, dos veces al mes.
Cuatro de los pacientes que habían recibido una dosis estandarizada durante los 36 meses no mostraron declive en medidas estándares de la cognición, la memoria, el funcionamiento diario y el estado de ánimo. «Cuando [los pacientes de Alzheimer] no son tratados, por lo general hay declives mensurales cada tres a seis meses… así que el hecho de que cuatro estuvieran estables durante un periodo de tres años es muy inesperado», señaló el autor del estudio, el Dr. Norman Relkin, director del Programa de Trastornos de la Memoria Weill Cornell, en la ciudad de Nueva York.
«Y aunque no es suficiente para decir que es un fármaco eficiente, es alentador. Ha habido tantas decepciones que no quiero crear esperanzas falsas, pero me siento muy animado». Se espera que Relkin presente sus hallazgos el martes en la reunión de la Asociación de Alzheimer (Alzheimer’s Association), en Vancouver, Columbia Británica. La enfermedad de Alzheimer afecta a unos cinco millones de estadounidenses, y se calcula que en todo el mundo unos cinco millones de personas sufren de las demencias que conforman a la enfermedad. Los tratamientos actuales, que incluyen donepezil (Aricept) y memantina (Namenda), a veces alivian los síntomas temporalmente, pero nada de lo que hay en el mercado puede detener ni curar la devastadora afección. Se cree que la IGIV, conocida con el nombre de marca Gammagard y que ya se usa clínicamente para tratar ciertas deficiencias inmunitarias, cánceres y trastornos autoinmunes, ralentiza o evita la acumulación de las proteínas tóxicas beta amiloideas, que provocan las pegajosas placas cerebrales características del Alzheimer.
Las infusiones de IGIV demostraron una escala variable de efectividad en los 16 pacientes. Cinco participantes inicialmente tratados con un placebo inactivo y que luego se cambiaron a la IGIV experimentaron un declive mientras estaban con el placebo, pero mostraron un declive menos rápido tras 18 meses de infusiones de IGIV. Once pacientes que recibieron dosis variantes de IGIV experimentaron resultados más favorables, y los mejores resultados fueron entre los cuatro pacientes tratados con una dosis estandarizada específica (un total de 0.4 gramos por kilogramo de peso corporal) cada dos semanas durante todo el estudio. «Creo que es algo realmente emocionante, pero los números son bastante pequeños», señaló Catherine Roe, profesora asistente de neurología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington, en St. Louis. «Simplemente necesitamos más [pacientes] y más tiempo. Realmente espero que los resultados se sostengan a largo plazo». Relkin está en medio de un ensayo en fase 3 de la IGIV con unos 400 participantes, y espera publicar resultados a principios del próximo año. Predijo que algunos pacientes de Alzheimer y sus médicos buscarían la IGIV como tratamiento «fuera de etiqueta», dado que ya está disponible comercialmente. Pero la terapia no es barata. Es probable que tratar el Alzheimer con IGIV costaría entre 2,000 y 5,000 dólares cada dos semanas, con unas dosis (y costos) más altas para los pacientes con más peso, señaló Relkin.
Su ensayo actual en fase 2 indicó que el tratamiento es bien tolerado por los pacientes (los efectos menores incluyeron sarpullido, escalofríos y dolor de cabeza) y el fármaco ya cuenta con un perfil de seguridad bien establecido, anotó. «Creo que esto nos da una dirección clara en términos de nuestros esfuerzos por desarrollar tratamientos mejores, más eficaces y menos costosos», planteó Relkin. «Hasta ahora, como campo hemos avanzado torpemente en esa dirección. Lo más importante es que el estudio nos daría un talón de Aquiles claro para el Alzheimer, algo a lo que podamos dirigirnos y usar para alterar el curso subyacente de la enfermedad». Debido a que este estudio se presentó en una reunión médica, sus datos y conclusiones deben ser considerados como preliminares hasta que se publiquen en una revista revisada por profesionales.
Cuatro de los pacientes que habían recibido una dosis estandarizada durante los 36 meses no mostraron declive en medidas estándares de la cognición, la memoria, el funcionamiento diario y el estado de ánimo. «Cuando [los pacientes de Alzheimer] no son tratados, por lo general hay declives mensurales cada tres a seis meses… así que el hecho de que cuatro estuvieran estables durante un periodo de tres años es muy inesperado», señaló el autor del estudio, el Dr. Norman Relkin, director del Programa de Trastornos de la Memoria Weill Cornell, en la ciudad de Nueva York.
«Y aunque no es suficiente para decir que es un fármaco eficiente, es alentador. Ha habido tantas decepciones que no quiero crear esperanzas falsas, pero me siento muy animado». Se espera que Relkin presente sus hallazgos el martes en la reunión de la Asociación de Alzheimer (Alzheimer’s Association), en Vancouver, Columbia Británica. La enfermedad de Alzheimer afecta a unos cinco millones de estadounidenses, y se calcula que en todo el mundo unos cinco millones de personas sufren de las demencias que conforman a la enfermedad. Los tratamientos actuales, que incluyen donepezil (Aricept) y memantina (Namenda), a veces alivian los síntomas temporalmente, pero nada de lo que hay en el mercado puede detener ni curar la devastadora afección. Se cree que la IGIV, conocida con el nombre de marca Gammagard y que ya se usa clínicamente para tratar ciertas deficiencias inmunitarias, cánceres y trastornos autoinmunes, ralentiza o evita la acumulación de las proteínas tóxicas beta amiloideas, que provocan las pegajosas placas cerebrales características del Alzheimer.
Las infusiones de IGIV demostraron una escala variable de efectividad en los 16 pacientes. Cinco participantes inicialmente tratados con un placebo inactivo y que luego se cambiaron a la IGIV experimentaron un declive mientras estaban con el placebo, pero mostraron un declive menos rápido tras 18 meses de infusiones de IGIV. Once pacientes que recibieron dosis variantes de IGIV experimentaron resultados más favorables, y los mejores resultados fueron entre los cuatro pacientes tratados con una dosis estandarizada específica (un total de 0.4 gramos por kilogramo de peso corporal) cada dos semanas durante todo el estudio. «Creo que es algo realmente emocionante, pero los números son bastante pequeños», señaló Catherine Roe, profesora asistente de neurología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington, en St. Louis. «Simplemente necesitamos más [pacientes] y más tiempo. Realmente espero que los resultados se sostengan a largo plazo». Relkin está en medio de un ensayo en fase 3 de la IGIV con unos 400 participantes, y espera publicar resultados a principios del próximo año. Predijo que algunos pacientes de Alzheimer y sus médicos buscarían la IGIV como tratamiento «fuera de etiqueta», dado que ya está disponible comercialmente. Pero la terapia no es barata. Es probable que tratar el Alzheimer con IGIV costaría entre 2,000 y 5,000 dólares cada dos semanas, con unas dosis (y costos) más altas para los pacientes con más peso, señaló Relkin.
Su ensayo actual en fase 2 indicó que el tratamiento es bien tolerado por los pacientes (los efectos menores incluyeron sarpullido, escalofríos y dolor de cabeza) y el fármaco ya cuenta con un perfil de seguridad bien establecido, anotó. «Creo que esto nos da una dirección clara en términos de nuestros esfuerzos por desarrollar tratamientos mejores, más eficaces y menos costosos», planteó Relkin. «Hasta ahora, como campo hemos avanzado torpemente en esa dirección. Lo más importante es que el estudio nos daría un talón de Aquiles claro para el Alzheimer, algo a lo que podamos dirigirnos y usar para alterar el curso subyacente de la enfermedad». Debido a que este estudio se presentó en una reunión médica, sus datos y conclusiones deben ser considerados como preliminares hasta que se publiquen en una revista revisada por profesionales.
Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare
FUENTES: Norman Relkin, M.D., Ph.D., director, Weill Cornell Memory Disorders Program, Weill Cornell Medical College, New York City; Catherine M. Roe, Ph.D., assistant professor, neurology, Washington University School of Medicine, St. Louis; July 17, 2012, presentation, Alzheimer’s Association annual meeting, Vancouver, British Columbia
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