¿Puede el alzheimer prevenirse con hábitos saludables?
Investigadores de la Universidad de Cambridge en Londres (Reino Unido) han analizado los principales factores de riesgo de la enfermedad de Alzheimer en población mundial y, tras observar nuevos vectores, han llegado a la conclusión de que un tercio de los casos podrían prevenirse, al estar relacionados con malos hábitos en estilo de vida que podrían modificarse.
El estudio, publicado en la revista ‘The Lancet Neurology’, viene a completar investigaciones anteriores a 2011 que estimaban que hasta un 50 por ciento de los casos se podía prevenir. Sin embargo, este nuevo estudio tiene en cuenta la superposición de factores de riesgo y, en consecuencia, se ha reducido las estimaciones anteriores.
Entendiendo que la edad sigue siendo el mayor factor de riesgo del Alzheimer, los expertos señalan la falta de ejercicio, el tabaquismo y la depresión, entre las principales causas de la enfermedad; además, el estudio ha tenido en cuenta la diabetes, la hipertensión y la obesidad.
Las estimaciones actuales indican que más de 106 millones de personas en todo el mundo padecerán la enfermedad de Alzheimer para el año 2050, lo que supone más de tres veces el número de afectados en 2010.
Según los investigadores, al reducir cada factor de riesgo un 10 por ciento, casi nueve millones de casos se podrían evitar en el 2050. «Basta con hacer frente a la inactividad física que, por ejemplo, reducirá los niveles de obesidad, la hipertensión y la diabetes, y evitaría que algunas personas desarrollaran demencia», ha señalado la profesora Carol Brayne, investigadora del Instituto de Salud Pública de la Universidad de Cambridge.
«Aunque no hay una única manera de tratar la demencia, se puede ser capaz de tomar medidas para reducir nuestro riesgo de desarrollarla a edades más avanzadas», explica esta experta, quien recuerda que además, cambiando los hábitos se consigue una vejez más saludable. Por lo tanto, «en general, es una situación ganar-ganar».
Por su parte, el jefe de investigación de la institución británica Alzheimer’s Research, el doctor Simon Ridley, ha explicado que aún queda mucho por descubrir acerca de la enfermedad.
«Mientras que la edad es el mayor factor de riesgo para la mayoría de los casos de Alzheimer, hay una serie de factores de estilo de vida y de salud en general que podrían aumentar o disminuir las posibilidades de desarrollar la enfermedad de una persona», admite. Sin embargo, ha añadido, «todavía no entendemos completamente los mecanismos detrás de cómo estos factores están relacionados con la aparición de la enfermedad de Alzheimer».
En su opinión, como todavía no hay manera segura de evitar el mal de Alzheimer, «la investigación debe continuar para construir la evidencia más fuerte en torno a los factores ambientales y de salud para ayudar a las personas a reducir su riesgo». Asimismo, cree que este estudio pone de relieve que muchos casos no se deben a factores de riesgo modificables y, por lo tanto, «se subraya la necesidad de impulsar la inversión en la nueva investigación del tratamiento».
Los resultados de este estudio coinciden con otro liderado por la experta del Instituto Karolinska de Estocolmo (Suecia), Miia Kivipelto, en el que se señala que la alimentación saludable, el ejercicio físico y la salud cardiovascular pueden retrasar la demencia en personas que están en riesgo de padecer la enfermedad de Alzheimer.
Para llevar a cabo la investigación, los expertos analizaron durante dos años a 1.260 adultos finlandeses de entre 60 y 77 años, a los cuales se les evaluaron los factores de riesgo que tenían en vida diaria para padecer deterioro cognitivo y, por ende, Alzheimer. Todos ellos tenían el rendimiento cognitivo que era normal o ligeramente por debajo de la media para su edad.
Tras dividirlos en dos grupos –uno en el que se ofreció consejos de salud de base y otro en el que los participantes tuvieron que asistir a un programa de dieta, ejercicio, salud cardiovascular y compromisos sociales–, los expertos comprobaron que los que pertenecían al primero tenían un mayor deterioro cognitivo que los del segundo grupo.
«Vimos una diferencia de 40 por ciento entre la intervención y los grupos de control. Estaba claro que el grupo de intervención mejoró del inicio del estudio», ha argumentado Kivipelto, para reconocer que un estilo de vida saludable no es «ninguna garantía» de que una persona no vaya a desarrollar Alzheimer.
Imágenes: Infografías «Habitos Saludables» en Google
Fuente Reportaje: Instituto Tomás Pascual Sanz
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