La demencia vascular es consecuencia de trastornos vasculares cerebrales y puede ser consecuencia de diferentes alteraciones circulatorias.
Los Síntomas Característicos de la Demencia Vascular
El inicio de la enfermedad puede ser brusco a partir de un accidente vascular cerebral, pero también puede ser gradual y demorar en aparecer los síntomas.
El curso o progresión de la enfermedad suele ser fluctuante ya que a veces se está mejor y a veces peor y escalonado, es decir, después de un bajón suele mantenerse estable hasta que surge el siguiente empeoramiento del paciente.
Si se experimenta una repentina dificultad para ver o hablar, una súbita pérdida de fuerza o entumecimiento repentino de alguna extremidad del cuerpo podría tratarse de un ictus o accidente vascular cerebral. Ante estos síntomas debe recibirse asistencia médica urgente ya que de esta atención dependerá la gravedad de las secuelas por el accidente vascular.
Demencia Vascular
Varían dependiendo de la gravedad y localización de los ictus y pueden incluir los que se detallan a continuación:
- Alteraciones de memoria
- Confusión
- Falta de concentración
- Incapacidad para afrontar tareas cotidianas
- Alteración del lenguaje
- Problemas de articulación del habla, dificultad en la comprensión y arrastre de palabras
- Dificultad para seguir indicaciones simples
- Cambios conductuales
- Risa o llanto repentino o de forma inapropiada
- Alteración de habilidades sociales
- Incontinencia urinaria y/o fecal
- Alteraciones de la marcha
DV versus Alzheimer
En ambas patologías se encuentran similitudes y diferencias. En la demencia vascular las lesiones provocadas son desiguales y siguen un curso irregular, mientras algunas áreas afectadas a nivel vascular serán la causa de determinadas alteraciones, otras áreas intactas permitirán la preservación de otras funciones mentales. Si bien es cierto, la demencia vascular puede coexistir con la enfermedad de Alzheimer y dar origen a una demencia mixta.
Consejos
– Evitar tabaquismo y alcohol
– Practicar ejercicio físico regularmente
– Alimentación saludable
– Manejo del estrés
– Control adecuado de la presión arterial
Fuente:
Vive el envejecimiento activo. Memoria y otros retos cotidianos. Obra social fundación la Caixa. 2010. Barcelona.
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