El pasado viernes 11 de junio de 2021 fue otorgado el Premio Pulitzer en la categoría de Reportajes Fotográficos al fotoperiodista español Emilio Morenatti de 52 años, natural de Zaragoza y criado en Jeréz de la Frontera por su trabajo realizado durante la pandemia y cuyos protagonistas involuntarios han sido nuestros mayores y ancianos.
«Condenar a no acceder a una UCI a quienes contrajeran el virus y tuvieran más de 80 años, fue la peor de las decisiones que en muchos hospitales debieron adoptarse y que a la postre suponían quien viviría y quien moriría. Se conocieron también instrucciones, incluso por escrito, que ordenaban no trasladar a los hospitales a internos de residencias de mayores afectados por la Covid. Todo esto fue al principio, cuando la explosión del virus dejó a los hospitales sin camas, sin respiradores, sin mascarillas, sin EPIs y sin apenas herramientas para luchar contra esa pesadilla que se ensañó sobremanera con quienes tanto sudor han vertido para levantar esos mismos hospitales, esas universidades y esos despachos desde los que se tomaron las decisiones más canallas.» Agustín Martínez Morales
Nuestros Mayores y la Pandemia protagonistas de los Pulitzer
Morenatti, que trabaja para Associated Press y se ha especializado en reportajes en zonas de conflicto en África y Oriente Medio, suma así un galardón más a una lista que lo convierte en uno de los fotoperiodistas más reconocidos del panorama actual. Esto le llevó el pasado año 2020 a ser el primero en retratar la cara más cruenta de la pandemia, llegando a pasar todo un mes dedicado a retratar como la Atención Sanitaria Primaria estaba desbordada para hacer frente al imparable avance del coronavirus en lo que vendría a llamarse la primera ola. En un artículo de la Agencia AP, el propio fotógrafo habló de esta experiencia asegurando que, pese a haber resultado gravemente herido durante su carrera en Afganistán, donde perdió un pie en una explosión y haber sido secuestrado también en una zona de conflicto, nunca se sintió tan vulnerable como lo fue durante esas primeras semanas cubriendo la pandemia en España.
En la entrevista realizada a este medio donde trabaja, confiesa “tuvimos que improvisar cómo se cubría la historia en condiciones que exigían soluciones a problemas que aún no entendíamos por completo, algo que ya viví cuando trabajaba en zonas de conflicto”.
Caos Pandémico
En esta situación tan adversa fue el primer fotógrafo en inmortalizar el caos sanitario que atravesaba el país en su peor momento de la pandemia. Poco después, en noviembre de 2020, las imágenes de Morenatti copaban las portadas de los medios y se compartían en redes sociales por el fiel reflejo de la realidad que mostraban: cómo era la vida tras los muros de las residencias de ancianos, morgues y hospitales. Antes de ellas no hubo ninguna otra fotografía que contara de esa forma lo que estaba ocurriendo. Los familiares, preocupados y aislados, desconocían como se encontraban sus mayores, muchos de ellos son enfermos de Alzheimer y/u otras demencias lo que agravaba más aún el cuadro de abandono y desconcierto.
Pero recordemos cual era la situación en aquellos primeros meses de pandemia..
Siguiendo a El País, el Gobierno calcula que, entre principios de marzo y el 23 de Junio del pasado año, 20.268 personas murieron por Covid-19 en residencias de servicios sociales -centros de mayores y de discapacidad-, según un borrador del informe del grupo de trabajo sobre residencias, de ellas a algo más de la mitad se les hizo un test de diagnóstico y el resto fallecieron con síntomas compatibles. Esta estimación, elaborada por la Secretaría de Estado de Derechos Sociales con datos de las distintas comunidades, constituye la primera cifra oficial sobre lo ocurrido en las residencias en la primera ola de la pandemia. En el informe se analizan 30 factores que influyeron en lo que se describió como una “tormenta perfecta”. Algunos dan escaso margen de actuación, como la alta contagiosidad del virus, pero también se alude al tamaño de los centros, la falta de personal o la “errónea percepción” de que los geriátricos podían afrontar solos la situación.
La trágica realidad
Sin embargo no fue así, y lo que antes de Navidad fueron conjeturas y advertencias, con el tiempo se convirtieron en trágicas realidades que llevaron a nuestros hospitales a situaciones límite, como la que con toda crudeza, llevó a denunciar al presidente del Sindicato Médico de Granada, Francisco Cantalejo, quien advertía de que en UCI ya no se ingresaban a pacientes con más de 80 años. Esto suponía un aldabonazo que, sin duda, a miles de nuestros mayores, les debió sonar como una sentencia de muerte en diferido. Esta pandemia siguió, no obstante, arrojando a la cara situaciones tan dramáticas que hace solo un año nos hubieran parecido inconcebibles.
Condenar a no acceder a una UCI a quienes contrajeran el virus y tuvieran más de 80 años, fue la peor de las decisiones que en muchos hospitales debieron adoptarse y que a la postre suponían quien viviría y quien moriría. Se conocieron también instrucciones, incluso por escrito, que ordenaban no trasladar a los hospitales a internos de residencias de mayores afectados por la Covid. Todo esto fue al principio, cuando la explosión del virus dejó a los hospitales sin camas, sin respiradores, sin mascarillas, sin EPIs y sin apenas herramientas para luchar contra esa pesadilla que se ensañó sobremanera con quienes tanto sudor han vertido para levantar esos mismos hospitales, esas universidades y esos despachos desde los que se tomaron las decisiones más canallas.
Con el tiempo vendrían más olas en esta pandemia que aún a día de hoy seguimos combatiendo, si bien por el momento contamos con la ayuda de las vacunas que ya mantienen a la población más vulnerable fuera del máximo peligro.
Intrépido reportero gráfico
Con su cámara Morenatti ha inmortalizado escenas verdaderamente cruentas de la realidad de la pandemia en nuestro país, llegando a ser acusado incluso de querer crear alarma social con sus imágenes, a lo que responde el fotógrafo que “lo que pasa es que muchas veces una foto puede llegar a incomodar a muchos”. Según sus propias palabras: “Hay gente que ve un muerto donde no lo hay y eso me interesa porque significa que estamos consiguiendo mostrarlos sin enseñarlos explícitamente”. Morenatti es el fotoperiodista que ha logrado colarse en una residencia para captar la imagen de los camilleros de una funeraria llevándose a un fallecido, una de las instantáneas que quedará ya para la historia de esta crisis que no es unicamente sanitaria. En sus fotos no puede reconocerse nunca a la persona que ha muerto, no se le ve el rostro. Cuando fotografió la morgue del tanatorio de Collserola, Barcelona, evitó que se pudiese identificar a nadie a través de las etiquetas con los nombres que había en los ataúdes. Aún así, algunas de estas imágenes han sido criticadas por ser consideradas demasiado duras. “Muchas veces se apela a la dignidad cuando en realidad lo que se pretende es ocultar”, explica.
También esperó pacientemente en algún cementerio olvidado la ocasión de fotografiar como se llegó a celebrar el ritual del enterramiento de un pariente difunto en la más absoluta soledad. Tremenda fotografía en la que se aprecia como la única persona asistente busca encontrar un mínimo de consuelo abrazándose a sí misma.
Impresionante es también la fotografía del beso en una residencia de una pareja de ancianos a través de una cortina de plástico, protegidos además por mascarillas y entrelazando sus brazos cubiertos de largos guantes.
Todas sus fotografías son conmovedoras, con su cámara Morenatti ha inmortalizado reencuentros entre seres queridos e imágenes atípicas de aquello que se llamó nueva normalidad. Un año después su trabajo ha sido premiado con el máximo galardón de los premios Pulitzer “por una conmovedora serie de fotografías que lleva a los espectadores a la vida de los ancianos en España que luchan durante la pandemia de la Covid-19” según comunica la institución estadounidense.
Antonia García Cuevas
GALERIA DE IMAGENES PANDEMIA COVID
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