Demencia y Síndrome de Capgras
Parte de la dificultad de cuidar a una persona que sufre demencia no es solamente que se le olviden las cosas o la perseveración del discurso, ya que pasado un tiempo la familia se puede adaptar a ello, pero los cambios de conducta y comportamiento sí que son un reto enorme para los cuidadores.
Así pues, se sabe que el Síndrome de Capgras o ilusión de los dobles es de aparición relativamente frecuente en personas de edad avanzada, con o sin evidencia clínica de padecer un trastorno neurocognoscitivo mayor. También que, en la mayoría de los casos el síndrome se manifiesta en las mujeres. En éste síndrome la persona que lo sufre cree de manera irrefutable que una persona de su entorno cuidador o conocidos ha sido sustituido por un doble exacto. En este sentido estaríamos en el terreno de un discurso delirante con ideas de contenido paranoide.
Al ser un delirio, es decir, una falsa e idiosincrática idea preocupante y fija que se escapa de toda lógica aplicable, es recomendable, según el caso y el malestar que le genere, consultar con el psicogeriatra para realizar una valoración integral y si es necesario iniciar un tratamiento farmacológico y seguir las indicaciones.
Ahora, con el fin de ejemplificar este síndrome y sus matices, les compartiré una situación que vivió mi abuela.
Graciela tenia 80 años y hacía seis meses que el psicogeriatra le había diagnosticado una demencia tipo Alzheimer en estadio leve-moderado. Ella desde los 55 años que enviudó, comenzó a vivir sola, era independiente para las actividades básicas e instrumentales de la vida diaria y continuaba haciendo sus actividades significativas como cocinar, tejer y jugar a las carta Españolas, sorteando y adaptándose a sus constantes olvidos.
Al cumplir los 85 años, sus hijos con la mejor intención pero omitiendo las recomendaciones del psicogeriatra de no trasladar a mi abuela a lugares nuevos para evitar que se acelerara el curso de la enfermedad, decidieron cumplir un sueño que ella tenia, conocer Europa. Entonces así lo hicieron, los problemas iniciaron durante el vuelo de ida, las 10 horas y 30 minutos de viaje más las escalas, empezaban a tener repercusiones en su estado de salud mental y físico.
A pesar de lo anterior el viaje no terminó, mi abuela tuvo que ser ingresada a cada hospital de cada ciudad que visitaban. Los hijos que la acompañaban desde que mi abuela recibió el diagnóstico de demencia estaban en una fase de negación de la enfermedad. El día 12 del viaje mi abuela presentó alteraciones conductuales consistentes en heteroagresividad física y verbal hacia todos. Finalmente, decidieron terminar el viaje y regresarla a casa.
Los hijos sintieron culpa y vergüenza pero al final volvieron a consultar con el psicogeriatra que la trataba, él confirmo que aquel viaje a Europa que se convirtió en un paseo por los hospitales había sido el desencadenante de su debut con alteraciones comportamental. Anécdotas de sus ocurrencias hay muchas, sin embargo, hay una que es inolvidable.
Una tarde cualquiera mi abuela llamó a la policía solicitando ir a su casa para arrestar a su nieto a quien tendía a confundir con su esposo, ella argumentaba que él era un doble que decía ser su esposo; verbalizó un discurso delirante con ideas de contenido paranoide centradas en su esposo. Además presentó una angustia exacerbada e insomnio de conciliación.
Aquel delirio fue impenetrable a toda argumentación lógica, y a pesar de que sus hijos intentaron convencerla de lo contrario; en éste caso, el tratamiento farmacológico fue de gran ayuda.
¿Cómo debemos actuar en situaciones similares?
– Mantener la calma: Recuerda que la persona sufre una enfermedad que le impide tener el control de su comportamiento. No reacciones desde la emoción.
– Empatizar y validar: Validar el sufrimiento de la persona sin aprobar y/o reforzar el delirio.
– No discutir ni reñir: No olvides que los delirios son impenetrables a la argumentación lógica porque la persona vive eso como su realidad.
– No burlarse ni ignorar: Por más divertido que te parezca el contenido del delirio, la persona enferma es una persona que merece respeto y atención.
– Mantener los hábitos, rutinas: No cambiar de manera abrupta el contexto de la persona y sobre todo seguir las recomendaciones del médico tratante.
– Si la persona tiene una actitud receptiva, intenta enseñarle fotos familiares para intentar paliar el delirio de suplantación.
Si necesitas asesoramiento relacionado con este tema u otros referentes a la atención o cuidado de una persona mayor con demencia, puedes ponerte en contacto con el equipo de psicogerontólog@s de Senior Coach a través de su WhatsApp.
Camila Castellanos
Psicogerontóloga en Centre de Dia Vincles
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