Miedo
Hablo con mi médico de cabecera, hombre sabio, y me dice que vivimos en una sociedad que no tolera la frustración, ni un poco. Todo tiene que ser perfecto. Somos unos tipos flojos que no aguantamos ni un revés. Creemos que vivir es como en los anuncios de publicidad. Soñamos con el imposible de ser siempre jóvenes.
Despreciamos a los ancianos, a los débiles. Vivimos en un error. En la vida hay que saber convivir con los problemas. Nadie es guapo, alto, listo.
Además, ¿quién decide que lo bueno es ser guapo, alto y listo? Mi médico me cuenta que Jaime Gil de Biedma, el magnífico poeta que aspiraba sólo a vivir como un noble arruinado entre las ruinas de su inteligencia, dijo que “todos nacemos convencidos de ser hijos únicos y con el paso de los años nos damos cuenta que sólo somos un hijo de vecino más“. Eso es lo que hay y bienvenido sea.
El propio Gil de Biedma, a quien le gustaban mucho las fiestas, soñaba con ser un anciano por las mañanas, de media edad por las tardes y joven por las noches.
Su objetivo era exprimir a tope cada momento. Lo inteligente es aprender a ser joven a los veinte, maduro a los cuarenta y sabio a los sesenta. Eso sí, siempre con la alegría y la fuerza del niño que nunca debemos dejar de ser.
César Casal González (Publicado en “La Voz de Galicia”)
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