Desde hace más de dos mil años, los egipcios ponían piedras ferromagnetizadas sobre sus cabezas para tratar migrañas y otras afecciones neurológicas. Son los primeros antecedentes de las ventajas del electromagnetismo en la salud. Pero no fue hasta 1985 que se creó un prototipo estimulador magnético para terapias. Hoy existen varios modelos que estimulan la superficie del cerebro para el tratamiento de depresión o esquizofrenia, entre otros trastornos cerebrales. El último de ellos se llama DeepTMS, fue creado por expertos del Departamento de Neurociencias de la U. Ben Gurión de Neguev (Israel) y no sólo permite actuar con mayor precisión sobre la zona cerebral que se quiere activar o desactivar, sino que llega a mayor profundidad: 6 cm bajo el cráneo. Los actuales llegan a uno o dos centímetros.
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