A esta neuróloga que divide su tiempo entre Estados Unidos y España, Pasqual Maragall le dedicó el premio Goya del documental sobre el Alzheimer «Bicicleta, cuchara, manzana».
¿Qué primeros síntomas alertan del Alzheimer?
Cuando eso empieza a hacerse sostenido, a verse que se cometen más fallos de memoria, que se repite varias veces la pregunta y olvida la respuesta, que se cuenta varias veces la misma historia…, esos suelen ser los primeros síntomas.
En muchos casos, los enfermos llegan al médico y se les diagnostica en fases más avanzadas, pero a medida que se está difundiendo más información, llegan más pacientes en fases iniciales. La gente ha aprendido que si hay una pérdida de memoria que preocupa debe acudir al médico.
Teresa Gómez lsIa, fotografiada en el hospital de Sant Pau de Barcelona, en el que dirige un laboratorio de investigación del Alzheimer
Primero, para desmontar un mito: que el Alzheimer no es la única causa de todas las pérdidas de memoria. Pero también se debe acabar con el mito de que es una consecuencia inevitable del envejecimiento. Esta es una de las cosas que desgraciadamente hicieron que la enfermedad pasase inadvertida, que no se le concediera importancia, durante años; hoy sabemos que esto no es envejecer saludablemente, que las personas pueden envejecer y seguir funcionando bien hasta los cien años. La edad avanzada es el primer factor de riesgo del Alzheimer, pero no todas las personas que envejecen van a sufrirlo. Ni tampoco es sólo una enfermedad de edad avanzada –uno de cada 10 pacientes es menor de 60 años–. Aunque, la incidencia se duplica por cada cinco años que se cumplen a partir de los 65; y a partir de los 85 años, afecta a entre un tercio y la mitad de la población.
¿El Alzheimer está latente en una persona durante años?
¿Y hay una fase inicial de negación de la enfermedad?
La supervivencia desde que se notan síntomas oscila entre cuatro y ocho años, pero algunos pacientes viven hasta 20 años con la enfermedad. Depende de a qué edad empezaron los síntomas, de otros problemas de salud que pueda tener la persona. Eso sí, los pacientes pasarán casi la mitad del tiempo en fases avanzadas.
¿El Alzheimer pilló por sorpresa a la sociedad? ¿Cómo se entiende que se diagnosticara por primera vez hace más de cien años, pero que parece que no existiera hasta hace un par de décadas?
La enfermedad la describió el médico alemán Alois Alzheimer en 1906 en una enferma que tenía 51 años cuando mostró los primeros síntomas. Durante muchos años se consideró una rareza y no se estableció la conexión de que esta enfermedad podía ser la causa más frecuente de demencia en personas de edad avanzada. En las últimas dos décadas se ha avanzado mucho sobre todo por dos cosas: que se desveló la composición bioquímica de las lesiones cerebrales descritas por Alzheimer (las proteínas amiloide y tau), y el hallazgo de defectos genéticos en unos casos raros estadisticamente, pero que permiten entender los mecanismos que conducen a la aparición de los cambios neurodegenerativos e investigar la dolencia y fármacos.
¿Usted cree que verá la cura?
Yo espero que sí.
La impresión general es que no se conoce el cerebro. ¿Es una sensación que comparten los especialistas?
Yo no tengo esta impresión. Creo que se sabe mucho, aunque queden aún cosas por saber. El cerebro para mí es el órgano más importante y merece más atención de la que se le ha prestado. Y los científicos tenemos la obligación de divulgar lo que sabemos y hacemos, pero es cosa de todos. Sin los enfermos que se prestan a participar en ensayos, o quienes donan sus cerebros al fallecer, no habríamos avanzado. No ha calado aún lo suficiente que la gente puede ayudar de muchas maneras.
Usted es un joven cerebro que emigró a EE.UU. ¿Han cambiado las cosas en España? ¿Ahora se puede trabajar bien aquí?
Yo me fui por primera vez al acabar la residencia de Neurología porque quería cuidar enfermos, pero también hacer investigación para intentar encontrar soluciones a esas enfermedades. A mi vuelta, vi que la situación era diferente para mejor. Hay muchísima gente excelentemente formada; pero tenemos una cuenta pendiente en unir clínica (atención de pacientes) e investigación básica. A los médicos se les tiene que conceder tiempo para sus proyectos de investigación y tienen que convivir en los recintos con investigadores. En EE.UU., un médico que investiga no se considera un bicho raro y los hospitales se esfuerzan por que sus médicos tengan laboratorios. Y hay una gran diferencia: allá en la carrera de Medicina ya hay oportunidad de investigar. Aquí, esta oportunidad no existe, se la debe fabricar uno. Por eso es por lo que me fui, por lo que he vuelto y lo que me gustaría promover. Allá también hay mucho más dinero para la investigación. Aquí, la inversión que se hace es del todo insuficiente.
Pues con los recortes presupuestarios…
Los recursos son muy limitados, y en un momento de crisis creo que es un gravísismo error recortar en investigación. Es que no podemos permitirnos el lujo de no curar el alzheimer. Este es el gran desafío. No nos podemos permitir no curar la enfermedad porque no tenemos recursos suficientes para hacer frente a que el número de enfermos se multiplique. Se estima que en España hay 600.000 afectados y, dada la esperanza de vida, se prevé que en el 2050 este número de pacientes pueda haberse triplicado. ¿Quién va a cuidar de esos enfermos? ¿Cómo?
El Alzheimer tiene un enorme coste personal y social.
En EE.UU. se calcula el coste sanitario anual por enfermo en 35.000 dólares, en España se ha estimado en torno a 25.000 euros. A eso hay que añadir que los cuidadores muchas veces son familiares que sufren física y emocionalmente, que un tercio de estos se deprime, que generan más ingresos médicos y que hay una pérdida de oportunidades tanto para el paciente como para quien le cuida, porque si una persona tiene el padre o la madre con alzheimer y debe dejar de trabajar o renunciar a según qué para tener más tiempo para él… O se debe encontrar a alguien que lo cuide, muchas veces, personas no formadas profesionalmente… Es muy difícil convivir con esta enfermedad y tiene un coste muy elevado. El alzheimer es una tragedia para el individuo que lo padece y un sufrimiento y desafío muy grande para su entorno, pero además es uno de los desafíos del siglo XXI para la sociedad.
Necesitamos a todo el mundo. Somos miles de médicos e investigadores los que estamos luchando contra reloj por encontrar una solución, que estoy convencida de que llegará, pero todas las manos son pocas. En nuestro país no hay mucha tradición en donaciones, pero hace falta más financiación pública y también privada.°
magazinedigital.com
Fotos de Roser Vilallonga
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