Cuando se induce a las personas mayores a verse a sí mismas como “ancianas”, su rendimiento en los test cognitivos decrece sustancialmente. El efecto es tan potente que se multiplica por 5 la probabilidad de confundir este bajo rendimiento con casos de demencia.
En una conferencia impartida el 12 de junio de 2012 en la Universidad de Exeter, Reino Unido, un equipo científico expuso el contenido de su investigación (Haslam, Morton, Haslam, Varnes, Graham, & Gamaz, 2012)
Habían reclutado un total de 68 personas mayores, de entre 60 y 70 años. A la mitad de ellos les hicieron creer que formaban parte de un estudio con sujetos de 40 a 70 años de edad, para causarles así la impresión de ser los “más mayores” de entre todos los participantes. Por el contrario, a la otra mitad se les dijo que en el estudio había personas de 60 a 90 años, para que interpretasen que ellos eran “los más jóvenes” del grupo.
Luego, a todos los participantes se les entregó una lectura. En la mitad de las ocasiones, la lectura tenía como argumento principal que el envejecimiento acarrea un deterioro específico de la memoria. En la otra mitad, la lectura argumentaba que el envejecimiento trae consigo, más gravemente, un deterioro generalizado de todos los procesos cognitivos.
Entonces, el estudio contenía cuatro condiciones diferentes en función de las creencias inducidas y de las lecturas propuesta:
Para terminar, todos los participantes debían pasar por un estudio clínico estándar, que contenía pruebas de cribado cognitivo (“Addenbrooke’s Cognitive Examination–Revised”). Estas pruebas son las mismas que se emplean en numerosos servicios médicos para el diagnóstico de la demencia.
Los resultados fueron muy contundentes. El 70% de las personas a las que se les indujo a sentirse “los ancianos del grupo” y que además leían el texto que persuadía sobre un declive generalizado en la vejez (condición 2 en la gráfica) rendían mal en las pruebas de cribado cognitivo, hasta el punto de llegar a reunir los criterios de demencia. Sin embargo, en las otras condiciones sólo el 14% de las personas reunían esos criterios.
En otras palabras, las personas a las que se les indujo a sentirse “ancianas” y a creer que el envejecimiento conlleva un deterioro mental generalizado resultaban muy influidas, sintiéndose y actuando torpemente. Esto hubiera dado lugar, en la vida real, a que un profesional de la salud sospechase erróneamente de encontrarse ante un caso de demencia.
Por ello, cualquier clínico que se dedique a la evaluación y diagnóstico en personas mayores debe tener esto en mente: la actitud del paciente hacia la vejez repercute en los resultados de los test de cribado cognitivo que se le apliquen.
Habrá que esperar a que se produzcan nuevas investigaciones, para comprobar si efectivamente se obtienen los mismos resultados con más grupos de personas. Además esperamos que se apliquen otras pruebas de cribado cognitivo que no sean el “Addenbrooke’s Cognitive Examination – Revised”. Si los datos señalan en un futuro la misma tendencia, estaríamos ante un efecto robusto. De lo contrario, podríamos atribuir que los hallazgos de esta investigación se deben a las características del grupo de participantes o a las limitaciones de los test de cribado cognitivo empleados.
Referencias:
- http://psychology.exeter.ac.uk/latestnews/featurednews/title_212211_en.html
- Haslam, C., Morton, T., Haslam, A., Varnes, L., Graham, R., & Gamaz, L. (2012). “When the Age Is In, the Wit Is Out”: Age-Related Self-Categorization and Deficit Expectations Reduce Performance on Clinical Tests Used in Dementia Assessment. Psychology and Aging , 2, not Specified.
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