¿Hay vida después del cuidado?: Consejos para el excuidador
Cuando ya no somos capaces de cambiar una situación,
nos encontramos ante el desafío de cambiarnos a nosotros mismos.
Víctor Frankl.
Una vez finalizado el proceso del cuidado del enfermo de Alzheimer (con el fallecimiento del familiar), muchos cuidadores intentan prolongar y reflejar en su nueva vida la experiencia del cuidado. Una vez desaparecido el estrés y la carga financiera, aumentan los sentimientos de culpa. Estos sentimientos de culpa afloran al experimentar una sensación de alivio que aparece con la muerte del familiar.
En un principio, el cuidador debe lidiar con la aflicción y la consecuencia del duelo complicado, de secuelas fatales para su bienestar, con la difícil y tardía recuperación –en algunos casos – y los sentimientos ambivalentes.
Factores
Los factores que complican el curso de esta nueva realidad se identifican como las circunstancias personales del cuidador. Su temperamento emocional, la naturaleza de la relación pasada con el enfermo, además de la magnitud e impacto de las demandas toleradas y la muerte del enfermo. A consecuencia, la alteración del sentido de la identidad tras la pérdida del rol del cuidado, la vulnerabilidad, la fatiga y los sentimientos de culpa comienzan a ser más patentes en esta etapa. De este modo, la actividad y el inicio de un nuevo proyecto vital se configuran como la alternativa eficaz. No solo para combatir rumiaciones o una posible depresión, sino también para combatir la soledad y el aislamiento.
En cualquier caso, la pregunta recurrente en el excuidador es: ¿Dónde está mi lugar en el mundo?, ¿hay opciones o hay otros caminos después del cuidado?, ¿cómo retomo mi vida, hacia donde dirigirme?…
Un nuevo proyecto vital
Proyectar un nuevo camino y de responder a todos aquellos retos, sueños, propuestas, perspectivas laborales que asediaban en nuestra mente antes o durante el cuidado prolongado.
Integrar su viejo rol del cuidado a la nueva vida condiciona una perspectiva saludable, una conexión útil y balsámica con el pasado. De esta forma, vincular su conocimiento y su apoyo a la profesión de ayuda, al voluntariado o al sostén de otros cuidadores puede ser ampliamente beneficioso. Así, la experiencia garantizada en los años con el cuidado, capacitan al excuidador como vital consejero a otros cuidadores en esta dura labor. Saber potenciar los recursos y habilidades adquiridas en la práctica y trasladar dicha instrucción a cuidadores, pre-cuidadores o cuidadores novicios y movilizar un nuevo recurso de apoyo y gestión basado en la experiencia.
Un antiguo cuidador puede ejercer de méntor y líder proyectando aprendizajes sobre los cuidadores que inician su experiencia. Probablemente le ayude a solventar tropiezos, barreras e inseguridades para lograr un ajuste y estabilidad en esta nueva labor. Como resultado, al compartir experiencias y conocimientos aprenden de la veteranía y la destreza.
En conclusión, practicar hábitos de vida saludables, una alimentación equilibrada y una rutina habitual de ejercicio físico. Además, junto a la práctica del intercambio interpersonal, el apoyo social, la asistencia e integración a nuevos grupos, y el refuerzo a la comunidad, proporcionan caminos complementarios.
Consejos para emprender esta nueva etapa:
- Establecer objetivos, metas y expectativas realistas.
- Identificación de sus necesidades.
- Gestión emocional y temporal. Practicar la resiliencia.
- Plan de vida (social, emocional, laboral y financiero)
- Aprovechar la experiencia adquirida, uso de conocimientos y sabiduría a los demás.
¿Cómo podemos ayudar al ex-cuidador?
- Escuchar, dar oportunidad de desahogo, mostrar empatía y disponibilidad.
- Ofrecer sugerencias útiles, servir de apoyo.
- Hacer entender que el proceso de duelo es natural, universal, lleva su tiempo disipar y esclarecer sentimientos.
- Considerar acompañamiento a grupos de apoyo y terapia individual.
Autores: Ángel Moreno Toledo /Rocío Medina Armenteros
Richard Taylor, el médico que se convirtió en paciente…y activista
Grace dice
Mi sentimiento de culpa, no responde a la «tranquilidad» de ya no tener que estar disponiblesiempre para el enfermo. Mi sentimiento de culpa, responde a mi pensamiento de que debí haber hecho mucho más por ella. De que cada momento que tomé para mí dentro del proceso, pude habérselo ofrecido a ella. Un enfermo con el tipo de síndrome que sufrió mi madre, necesita al cuidador las 24 horas a la par suya, no viendo tv, o haciendo manualidades por ejemplo. Ese es mi sentimiento de culpa y mi dolor actual. Pero eso no es el problema, se puede vivir con eso, con lo que no puede vivir, es sin una vida para vivirla. Cuando asumí el cuido de mi madre, tuve que dejar mi trabajo, durante seis años cuidé amorosamente de ella, pero ahora que se fue, me encuentro con una vida hueca y oscura, todas las puertas se cerraron. La familia muy convenientemente resulta que está disgustada (tal vez porque les recuerdo su falta de compromiso), los amigos están en lo suyo y ya no calzo dentro del grupo y el sitema te rechaza por desactualizada. Intento retomar y empiezo en la búsqueda de un nuevo empleo, pero todos sospechan de esos seis años de «inactividad» y te rechazan fácilmente. El sistema no ayuda haciendo visible al ex cuidador, por consiguiente, este deja de existir para todos. Una tras otra, encuentras las puertas cerradas, lo único que no te rechaza, es la soledad, que se ha convertido en tu mejor aliada. Algunas instituciones podrían estar dispuestas a dar un punto de apoyo, pero si no lo sabemos, no tendremos adónde acudir. Conozco varios casos similares al mío y ahí están, después de cuatro o más años de haberse convertido en ex cuidadoras: sin familia, sin amigos, sin vida social, ni de ningún tipo, a veces, siendo utilizadas por sus familiares, como niñeras, o como colaboradoras en los quehaceres del hogar, solo por la comida y un techo. Siento pánico, porque no quiero sumarme a ellas.
Gloria Herreros Casañal dice
Si hay vida despues, pasa un tiempo pues primero hay que pasar el duelo, poner en orden muchas cosas. Salen secuelas, que hay que superar. Pero despues de todo esto SI, ya lo creo.
Eres más fuerte, madura/ro, ves las cosdas de otra manera, y se da imporftancia a lo que la tiene deverdad. Pero te pones nuevas metas y vas a por ellas.
Al menos es lo que me ha pasado a mi.
Ahora quiero vivir, ya que se no se recupera lo perdido, vivir en adelante.
patyg13 dice
En mi humilde opinión, pienso igual que Grace. Ya una vez que se va tu familiar ( en este caso mi padre) es un vacío horrible, porque de antemano, cuando empieza todo el proceso, te das cuenta poco a poco que ya no tienes vida propia. Porque nuestros días ya no son de 24 hrs, sino de 36 hrs. Ya que toda nuestra atención esta dirigida e ellos. Los «amigos» se alejan, ya no salimos porque damos prioridad a nuestros padres. Tanto mi madre y yo cuidamos de mi papá todo el tiempo. Y cuando se fue hace dos años, recuerdo perfecto que le preguntaba a mi mamá……..
» MAMITA Y AHORA A QUIEN VAMOS A CUIDAR»?……
Al menos para mi fue un shock tremendo y hasta este momento, les platico que yo, ya no tengo vida. Ahora cuido a mi madre y no me quejo, lo hago con mucho amor. Pero es verdad algo dentro de nosotras muere y una ya no vuelve a ser misma persona. Yo prefiero quedarme en casa que salir y si lo hago es con mi madre. Pero si pierdes mucho de ti personalmente hablando. Precisamente platicando con mi madre el día de hoy, le decía que, yo siento que algo de mi se fue con mi papito. Porque ya no soy la misma. Bendito Dios me dio la gran bendición de cuidar a mi padre hasta el final y eso jamás lo olvidaré, porque le di un poco de lo mucho que el me dio. Dios las bendiga