Cuando alguien comparte libremente algo hecho con sus propias manos, o como es este caso con sus propias vivencias y experiencias no podemos más que aplaudir el gesto y aquí os traemos el libro liberado por Pablo A. Barredo … «Diario de un cuidador» Lo único que pide a cambio es que le dejes tu email para que pueda mantener una base de datos de cuidadores y personas afines a la enfermedad del Alzheimer.
No creo que sea necesario decir la unión que existe entre Pablo y Alzheimer Universal ya que nos hemos apoyado desde siempre y la trayectoria de ambos siempre ha avanzado por sendas paralelas si no las mismas.
Puedes registrarte y descargar el libro siguiendo este enlace o pulsando el botón.
Os dejamos algunos pasajes de «Diario de un cuidador»
Somos la luz. La luz que brilla en el corazón de su tormenta. La luz
imperfecta, aunque luz al fin y al cabo, que resplandece incandescente en medio de esa oscuridad del no ser que, con voracidad y sin misericordia, se propaga en el interior de aquellos a los que cuidamos.
Iluminamos desde las sombras. Nos abrimos paso bajo un encapotado cielo lleno de nubes, grises y negras, que amenazantes anuncian
inminentes borrascas.Avanzamos entre el fragor de los truenos y
relámpagos de las lecciones de la vida que otros han de sufrir, y que
a nosotros nos toca presenciar, memorizar y grabar en nuestra propia piel para siempre. Somos las tomas de tierra que absorben esos
rayos que sacuden al enfermo, con la fuerza del dolor y el insulto
del olvido. Somos las manos que sostienen el hilo de esas cometas
en las que se han convertido, para que el viento de la ausencia no
las arrastre hasta el confín de la infinita sinrazón y nos las robe por
completo. Sin saberlo, somos el claro de luz que se abre en el alma
de los débiles y desprotegidos, el ojo del huracán, el canal a través
del que pueden moverse entre la tierra y el cielo, la luminosidad y
las tinieblas, lo divino y lo infernal. Podríamos considerar nuestro
papel complicado, tortuoso, duro y triste, si nos dejáramos llevar por
el desconsuelo. Nuestro objetivo puede resultar fácil, gratificante y
rico, si nos sentimos poderosos, capacitados y dispuestos a no temer
el reto.Somos afortunados. Afortunados por sentir lo que sentimos;
por ser capaces de afrontar las dificultades que se nos presentan; por
alimentarnos espiritualmente de las montañas que el destino interpone en nuestro camino; por conocer el verdadero rostro del amor,
del altruismo, de la generosidad y del sacrificio; por hacer y aportar
algo que vale realmente la pena. Debemos ser el centro y permanecer
en el núcleo de la vida. Debemos ser positivos y vivir felices ante la
opción escogida. Recordemos que el sol siempre brilla por encima
de las nubes, que la luz siempre es más poderosa que la oscuridad,
y que todo, al final, tiene su razón de ser y su sentido.
El centro y el sentido, 18 de octubre de 2010
Nuestro más sincero agradecimiento a Pablo Barredo.
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JESÚS DÍEZ ROCHE dice
Gracias por compartir la información.