La salud mental de los cuidadores en pandemia
Cuando se acaba de cumplir un año de la declaración de pandemia mundial por la OMS, los efectos de ésta, en la salud mental de los cuidadores, están llegando a ser, si cabe, más devastadores que nunca.
Se empieza a oír hablar de una “ola psicológica” en los medios de comunicación refiriéndose a los efectos del continuado confinamiento en la población en general y manifestándose en forma de ansiedad, tristeza e incluso depresión en muchas personas debido al aislamiento obligado e incertidumbre al que la ciudadanía se encuentra irremediablemente sometida. Esto se está traduciendo en un aumento (casi se ha triplicado) en el consumo de ansiolíticos y otros medicamentos asociados en nuestro país, en comparación con años anteriores a la pandemia.
Por lo tanto, no es difícil imaginar el impacto emocional que la Covid puede estar ocasionando en nuestros cuidadores, los cuidadores no profesionales de enfermos de Alzheimer, ya de por sí bastante castigados y en muchos casos “quemados” (síndrome de Burnout) por la prolongada entrega y abnegación al cuidado de su familiar enfermo.
Asociaciones
Centrándonos en éstos, al margen de los estragos que la pandemia haya podido causar sin duda en el propio enfermo de Alzheimer, nos encontramos con un cuidador que arrastra años de dedicación exclusiva al cuidado de su familiar sin apenas ayuda por parte de las instituciones públicas y organismos oficiales y que, de la noche a la mañana, se encuentra que, la poca ayuda con que cuenta, es decir, los centros sanitarios, centros de día y asociaciones (AFAs) encargados de atender a sus familiares durante unas horas, se hallan cerrados a cal y canto y por un periodo indefinido de tiempo, como así ha ocurrido en muchas localidades de nuestro ámbito nacional.
El desamparo del cuidador se acrecienta y con ello el riesgo de sufrir desajustes en su salud mental ya bastante deteriorada como venimos diciendo.
Es, para este cuidador, el momento de echar mano del ingenio y suplantar las actividades que en estos centros se venían desarrollando en su necesaria y recomendada estimulación cognitiva. En muchos casos los profesionales de estos centros se han ocupado por otros medios, on line o a través de aplicaciones de telefonía móvil, de marcar las directrices a seguir con ellos, recomendando diariamente las actividades a realizar, tales como ejercicios físicos y de estimulación cognitiva, así como de establecer un seguimiento personalizado en la mayoría de los casos, de tal manera que el enfermo de Alzheimer viera alteradas lo más mínimo posible sus rutinas diarias sin salir de casa, pero cuya responsabilidad y puesta en práctica diariamente ha recaído una vez más en manos de su cuidador familiar.
Difícil conciliación laboral
Llegados a este punto, nos encontramos también, con el paso de los meses de pandemia, con que muchos de estos cuidadores no profesionales se vieron en la difícil situación de tener que volver al trabajo cuando estos centros que atendían a sus familiares aún se encontraban cerrados por recomendación de la instituciones gubernamentales y el poder compaginar esta vuelta al trabajo en tiempos de pandemia y el cuidado del enfermo en casa se ha convertido en un verdadero prodigio de desdoblamiento personal si es que es posible esto. Afortunadamente, la mayoría de estos centros, con los protocolos sanitarios recomendados y las medidas higiénicas adoptadas han podido ir reanudando su actividad en beneficio, primero de los propios enfermos usuarios, y por supuesto, también para sus familiares y el resto de la comunidad.
Duelos complicados
No obstante, las cifras de fallecimientos nos ponen en conocimiento de los numerosos casos en que estos mayores en situación de riesgo extremo ante la pandemia, por sus condiciones físicas y psíquicas propias de la enfermedad que padecen, han perdido su vida en el transcurso de este año fatídico, lo que añadiría a la ya resentida salud mental y física de su cuidador no profesional, la inefable pérdida de su ser querido, viéndose obligado a afrontar un duelo difícil de gestionar en las actuales circunstancias de aislamiento continuado en que la sociedad se ve inmiscuida.
Sin abrazos, sin contactos familiares más allá de los convivientes, sin salidas y sin apenas posibilidades de movilidad y actividades lúdicas, el familiar cuidador ve agravada su salud mental, encontrándose, en la mayoría de los casos, al borde del colapso emocional y psíquico. Este desgaste en los cuidadores se empieza a manifestar ya con síntomas patológicos que convendría atajar desde el primer momento.
Plan Especial de Salud Mental
Para afrontar estos problemas de ansiedad y depresión en Andalucía concretamente, se está desarrollando un Plan especial para frenar estos problemas de salud mental que consiste básicamente en incrementar la oferta de psicoterapia en los Centros de Salud, reforzándose las plantillas de Salud Mental con la incorporación de nuevos facultativos en las unidades de gestión clínica y dos medidas nuevas que son piloto, se mejorará la atención a los trastornos mentales graves con la implantación de equipos de tratamiento intensivo comunitario, además de la incorporación de la figura del Psicólogo Clínico Dinamizador, una figura que servirá de enlace con los médicos de familia. Todo esto como una apuesta de mejora de la atención en salud mental de la que se verán beneficiados toda la comunidad andaluza, inclusive nuestros abnegados y siempre olvidados cuidadores no profesionales de sus familiares enfermos de Alzheimer.
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