Alzheimer o depresión: Evaluando la Memoria
¿Está depresivo o es Alzheimer?
Las fallas de memoria, que afectan a un porcentaje importante de los adultos mayores, plantean una duda vital: si se deben a la enfermedad de Alzheimer o a un cuadro depresivo. Tests aplicados por un médico permiten un efectivo y oportuno diagnóstico.
Si bien los adultos mayores de hoy tienen notorias ventajas en relación a los de hace un siglo, ser víctimas de la enfermedad de Alzheimer es un hecho que atemoriza a muchos. Desde que en 1906 el doctor Alois Alzheimer definiera esta forma de demencia -la más común entre los adultos mayores-, la ciencia despliega grandes esfuerzos por descubrir cuáles son sus causas y cómo prevenirla. Hasta el presente, lamentablemente, no hay respuesta para ninguna de las dos interrogantes, pero sabemos que contar con una buena reserva de neuronas aminora el impacto de la enfermedad si ésta toca a nuestra puerta.
Los avances de la medicina permiten ahora una vida más larga, pero las cifras indican que el 40% de quienes pasan los 85 años de edad presenta algún grado de demencia, siendo la enfermedad de Alzheimer la más frecuente. En Chile, hay más de doscientos mil casos de Alzheimer (el 1,06% de la población – datos de 2015), y alcanza los 50 millones en el mundo. Debido a esta mayor esperanza de vida es posible pronosticar que el número de afectados podría duplicarse en los próximos veinte años. Y la edad avanzada es, sin duda, el único factor de riesgo de gran impacto.
Un cerebro activo
Enfrentar la llegada de la vejez con mejores armas es posible. No sólo un cuerpo sano hace la diferencia; un cerebro activo es, según voces autorizadas, un arma poderosa que incluso aminora la repercusión de la demencia.
Así lo explica el doctor Patricio Fuentes, neurólogo de la Unidad de Neurología Cognitiva y Demencias del Hospital del Salvador, quien establece una simple y clara comparación: «Es como tener dos árboles de la misma especie, pero uno es frondoso y lleno de frutas y el otro muy ralo. La enfermedad de Alzheimer se puede comparar con un fuerte remezón desde la base. El árbol ralo perderá las pocas hojas que tenía. En el otro, aunque se le caigan muchas, quedarán otras tantas más». Algo muy similar ocurre con la persona que tiene una reserva neuronal poderosa, lograda gracias a una actividad intelectual constante.
Según el médico, un adulto mayor puede iniciar, sin límite de edad, ciertas actividades intelectuales que mantengan su mente ágil. Las más relacionadas con eficiencia cognitiva -es decir, las más desafiantes para el cerebro- constituyen verdaderos retos, como aprender a tocar un instrumento, estudiar otro idioma o introducirse en el mundo de la computación.
Quejas de memoria
La preocupación por una memoria que falla es observable en muchas personas que aún se encuentran distantes de llegar a la tercera edad, mientras los especialistas explican que es muy común que este síntoma sea una antesala para la enfermedad de Alzheimer cuando se presenta en adultos mayores. Pero, sin embargo, puede no corresponder a una demencia, sino a depresión, «generalmente en personas de más de 60 años», dice el doctor Fuentes, quien aclara que estas denominadas «quejas de memoria» se conocen como «funcionales» y son advertidas por el propio afectado. «Es común que el paciente llegue a la consulta médica angustiado ante ciertos hechos. No sabe dónde deja sus cosas, se le olvidan los recados o va a la cocina y al llegar no recuerda a qué iba», cuenta el neurólogo, quien apunta que este tipo de olvido tiene su causa en la falta de concentración propia del paciente depresivo. «Quienes pasan por una depresión están ensimismados, con muchas rumiaciones y, por ello, desatienden los estímulos y no recuerdan lo que les dijeron».
En casos como éste, -aunque esto depende mucho de la personalidad del indivíduo- un primer punto a favor es advertir que ese paciente llega solo a consultar, con plena conciencia de su problema. Es el primer indicio de que estas quejas de memoria no obedecen a una demencia, sino a un cuadro depresivo, que se relaciona con la psicopatología de la vejez.
Para el médico es más que claro que cuando alguien no consulta por su propia iniciativa, sino que llega por insistencia de un pariente, no está siendo capaz de reconocer su enfermedad y, lo más probable, es que el futuro no sea esperanzador. En esos casos, es habitual que el paciente diga: «No sé por qué me trajeron«.
El «Test del Reloj»
El doctor Patricio Fuentes reitera que una mayor reserva neuronal permite un impacto menos severo del Alzheimer.
Para hacer el diagnóstico, el médico requiere de una entrevista con el paciente y con un familiar que corrobore la información que éste entrega, pues es común que él minimice o exagere lo que le sucede. Una vez que el profesional ha elaborado una historia clínica, puede proceder a una evaluación neuropsicológica, que comprende algunos tests muy sencillos (ver diferentes tipos de Test Online para detectar Demencias y Alzheimer) y otros bastante complejos, que estudian la función intelectual en forma global y también específica.
Llama la atención el denominado «test del reloj«, una manera simple de evaluación que proporciona datos relevantes sobre la función intelectual general. El médico pide al consultante que dibuje un círculo y dentro de éste los números, tal como van colocados en un reloj. Luego, se le solicita que dibuje los punteros en una cierta hora.
Esta prueba, aparentemente sencilla, integra varios aspectos, como comprensión de una orden, capacidad viso-constructiva, planificación y capacidad de memoria. Resulta muy duro reconocer que quienes padecen una incipiente demencia no logran superar la prueba. La afección en su cerebro hace a algunos escribir los números en sentido contrario o no ser capaces de dibujar los punteros.
La ansiada protección
Buscando sustancias que protejan al organismo contra la enfermedad de Alzheimer, los investigadores han estudiado los efectos de los estrógenos, de las estatinas, de los antiinflamatorios y de los antioxidantes. Tras ello, muchas de las teorías del pasado hoy se han ido al tarro de la basura. Información reciente, obtenida de un meta análisis, demostró que dosis altas de vitamina E se asocian a un incremento de la mortalidad global de esa población. Su uso indiscriminado como antioxidante no prestaría, entonces, la utilidad que se le atribuyó.
Por otra parte, un estudio denominado Whims resultó más optimista. Sus resultados, entregados a fines del año pasado, revelan que los estrógenos administrados a mujeres posmenopáusicas no ejercen ningún efecto protector contra este temido mal.
No obstante, hay acuerdo en que el tratamiento de última generación para la enfermedad de Alzheimer (memantina), si bien no revierte la patología, ofrece al enfermo un mayor tiempo de independencia funcional, que redunda en menor desgaste para la familia y también en una disminución sustancial de los costos en salud pública.
En Chile, la Corporación Alzheimer de dicho país brinda apoyo a familiares y cuidadores a través de capacitación, línea de ayuda telefónica, apoyo psicológico y contribuye con la investigación científica. (
Ruth Melgarejo S.
En España, casi como en cualquier país, tenemos líneas telefónicas de ayuda, como la de Cruz Roja – Ser Cuidador/a).
Nuevas luces contra el mal
En la enfermedad de Alzheimer se han descubierto algunos marcadores genéticos que condicionan la aparición ineludible del mal. Uno de ellos es la apolipoproteína E (ApoE). Esta proteína está implicada en el transporte y eliminación del colesterol. De todas las formas que presenta el gen de la ApoE, se ha comprobado que la ApoE-4 pudiera ser la más influyente.
Por otra parte, un equipo de científicos canadienses, de la Universidad de Toronto, halló una nueva proteína que podría estar implicada. Recibe el nombre de nicastrina, inspirado en la ciudad italiana de Nicastro, cuyos residentes participaron en un ensayo sobre la enfermedad. Según estas investigaciones, la nicastrina activaría la producción del amiloide beta, responsable de la placas de amiloide en el cerebro.
Vejez y depresión
Múltiples factores, tanto físicos como psicosociales, delimitan una vulnerabilidad depresiva en los adultos mayores que, en muchos casos, no corresponde a una demencia. Influyen en la situación:
- Las pérdidas: la viudez, la soledad, el fallecimiento de las personas de su generación.
- Comprobar la propia fragilidad personal. Las enfermedades hacen incómodo el vivir.
- La hostilidad del medio. Las grandes ciudades no son acogedoras para los viejos. Tomar una micro o el Metro les resulta difícil.
- La brusca caída de los ingresos económicos al jubilar, que muchas veces no permite solventar los crecientes gastos en salud. La mayoría toma, en promedio, seis fármacos.
- La inminencia de la propia muerte.
Ref. No 3.277 del 26 de septiembre al 9 de octubre del 2005
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