No existe una vida sin sufrimiento y dolor. A través del sufrimiento aprendemos a valorar lo que tenemos y a ser más comprensivos con los demás, pero ¿qué sentido tiene el sufrimiento y el dolor?, ¿realmente nos fortalece?, ¿la actitud que tengamos puede ayudarnos a sobrellevarlo?
1. El sufrimiento como parte de la vida
2. Diferentes actitudes ante el sufrimiento
3. Ayudar a quien sufre
4. Sufrimiento y maduración
1.- El sufrimiento como parte de la vida
Todas las personas a lo largo de su vida experimentan el dolor y el sufrimiento en diversas ocasiones. Todos hemos sentido alguna vez la enfermedad, la soledad, el fracaso, la humillación etc. Nadie está a salvo del sufrimiento, ni siquiera aquellas personas que se sienten felices y afortunadas, ya que forma parte de nuestra vida. Es inherente al ser humano.
El sufrimiento hace que el hombre tome conciencia de sus limitaciones ante la vida. No todo depende de él sino que existen imprevistos que hacen que su vida cambie completamente. Nos sitúa en situaciones límites creyendo que no podemos soportar más.
Cuando lo estamos padeciendo, lo vemos como un mal en sí mismo, sin sentido alguno. Es imposible vislumbrar lo positivo que podemos sacar de él, no podemos comprender el porqué del dolor y del sufrimiento.
Sin embargo, si no es demasiado prolongado saldremos fortalecidos, pues nos sirve de impulso para crecer ante las dificultades y vencer los obstáculos y temores que antes parecían imposible de superar.
Por otro lado, hemos de destacar que cuando pasamos por momentos difíciles que nos hacen sufrir, tendemos a reflexionar y profundizar sobre nuestra propia vida. Nos sentimos pequeños y vulnerables y esto nos hace ser más sensibles y comprensivos ante el sufrimiento y necesidades de los demás.
2.- Diferentes actitudes ante el sufrimiento
Las actitudes que podemos tener ante el dolor y el sufrimiento son básicamente las siguientes:
– Aceptarlo. Normalmente ante una mala noticia o una contrariedad que nos suponga dolor necesitamos tiempo para asimilarla y aceptarla. Si lo aceptamos con serenidad y con aplomo, además de solucionar los obstáculos que dependan de nosotros, nos habremos superado a nosotros mismos en situaciones que tal vez nos creíamos incapaces de soportar.
– Rechazarlo. Tratar de evitar el dolor es adentrarnos aún más en el sufrimiento, es prolongarlo. No podemos pretender creer que aquello que evitamos, porque nos hace sufrir, no existe. Hemos de afrontarlo cuanto antes y tratar de solucionarlo.
– Desesperarnos. Es normal que cuando una persona está sufriendo bien por problemas familiares, enfermedad, trabajo, pérdida de un ser querido, etc. se sienta débil y con una profunda tristeza. Es normal por tanto que proteste, llore, grite o se enfade. Sin embargo, lo que no puede ocurrir es que se desespere y no sea capaz de salir de la situación que le hace sufrir, destruyéndose y siendo la desesperación, la causa de que el sufrimiento sea constante en su vida, impidiéndole además aprender algo constructivo de todo ello.
3.- Ayudar a quien sufre
Puede ocurrir que deseemos ayudar a una persona que está sufriendo y no sepamos qué debemos hacer. Incluso, a veces nos hemos mantenido al margen, aunque esté esperando nuestra ayuda, porque nos hemos sentidos inseguros y sin saber cómo actuar.
Lo que no debemos hacer es comparar su situación a otras parecidas por las que nosotros hemos pasado, ni minimizar su problema con frases como “podría haber sido peor”, “en el fondo has tenido suerte” ni tampoco debemos decirle cómo debe actuar ante la nueva situación.
Para ayudar, es mejor tratar de escuchar, ponernos en su lugar para comprenderla, sentir su dolor, su temor y su rabia, pero sobre todo estar con esta persona compartiendo esos momentos dolorosos por los que está pasando, cuidándola y tratando de aliviarle la pena.
El sufrimiento saca lo mejor de nosotros mismos. Por eso, cuando vemos a un amigo o un familiar que está sufriendo, no debemos dudar en ayudarle. Nuestra sola presencia con el amor que le podemos dar, puede hacerle este trance más llevadero.
4.- Sufrimiento y maduración
El sufrimiento conduce a una maduración de la personalidad. En las diferentes formas en que se puede presentar, nos produce un pesar y un dolor que nos hace reflexionar sobre nosotros mismos y sobre nuestra propia vida, y a cuestionarnos el porqué de todo lo que nos acontece.
En situaciones extremas o en el caso de enfermedades graves hace que nos preguntemos sobre el sentido de la vida y de la muerte, dándonos cuenta que todo tiene un fin y que nuestra vida también. Es entonces cuando aprendemos a valorar lo que tenemos, dando prioridad a lo que realmente tiene importancia y aprendiendo también a ser más comprensivos y generosos con los demás.
Las personas que tienen un sentido transcendente de la vida también se lo dan al dolor y la enfermedad. Su fe les ayuda a llevarlo con mas entereza ya que, para ellos, es una forma de estar más unidos al querer divino.
Dª. Trinidad Aparicio Pérez
Fuente: Pulevasalud
Vía:
Imagen superior: Gervasio Sánchez. Mujeres en paso fronterizo. Kosovo. Abril, 1999.
MARIA BELEN CREVECOEUR dice
GRACIAS POR EL INFORME, SOY CUIDADORA, PADEZCO DEPRESION….Y LEER ESTO ME AYUDO A COMPRENDERME!!
Almudena dice
Gracias a ti María Belen, por leernos. Nos alegra que te ayuden los textos de alzheimer universal, para eso están. Cuídate….porque sí tu no te cuidadas difícilmente vas a poder dar calidad de vida a tu ser querido al que estas cuidando. Un fuerte abrazo y felices fiestas.