Violencia, abuso, maltrato y/o trato negligente en la Tercera Edad.
CONCLUSIONES
Para concluir podemos decir que hay una persona mayor de 60 años por cada 10 habitantes del planeta, la población mundial envejece a un ritmo más rápido que lo previsto. Y se espera que para el año 2050 una de cada cinco supere esa edad.
“Se está gestando un nuevo tipo de “millonarios”, que van aumentar con el paso del tiempo. Serán lo millonarios de la longevidad, aquellas personas que viven un millón de horas, es decir, 114 años”.
Actualmente es difícil encontrar personas tan ancianas, pero seguro que se van a ver cada vez más de aquí al 2050.
De acuerdo a los nuevos guarismos del mapa del envejecimiento global, para el año 2050 el número de personas mayores de 60 años será de 2.000 millones, cifra que superará por primera vez en la historia de la humanidad al segmento de la población entre los 0 y los 14 años.
Este mapa preparado por los gerontólogos y demógrafos del siglo XXI, agregó uno de los temas de debate en la Segunda Asamblea Mundial del Envejecimiento, que se celebró en Madrid del 8 al 12 de abril 2002, donde se demostró que para el año 2150 una de cada 3 personas superará los 60 años.
Pero la población de adultos mayores también envejece y para el año 2050 alrededor del 21 % de la población anciana superará los 80 años y el número de centenarios aumentará 15 veces al pasar de las 210 mil personas a los 3,2 millones.
La edad promedio del mundo en la actualidad es de 26 años y el país más joven, por la media de edad, es Yemen, con 15 años y el más viejo Japón, con 41 años.
Para tener una idea del ritmo de envejecimiento en Japón, Francia necesitó 114 años para pasar del 7 al 14 % el número de personas con más de 60 años, mientras que el país del Sol Naciente necesitó sólo 24 años.
De acuerdo a mi opinión, a medida que decrece la natalidad aumenta el porcentaje de población mayor de 60 años, tal como lo expresan las estadísticas registradas por las Naciones Unidas a partir de 1950.
En este proceso también intervienen los modelos socioculturales de envejecimiento, cuya dinámica biológica, psicológica, social y funcional, están íntimamente coligados al proceso de envejecimiento de la población.
En este nuevo escenario los problemas vinculados al tema de la violencia, maltrato, abuso, y/o trato negligente en este segmento de la población, tendrá una presencia cada vez más evidente en todos los países del planeta.
Así este trabajo de investigación ha tenido en cuenta lo complejo de los procesos bio-psico-sociales-funcionales, que intervienen e interactúan en forma positiva o negativa, en el proceso del abuso, maltrato y/o trato negligente de
los adultos mayores, donde una de las conclusiones que he podido sacar es que: factores como el demográfico, el cultural, educacional, la dinámica intrafamiliar, los mismos miembros de la Tercera Edad, así como los cuidadores (formales e informales), el grado de dependencia, todos estos «ingredientes» médico/sociales interactúan de forma dinámica y cambiante dentro del proceso de la violencia, en sus distintas formas en los grupos vulnerables: niños, mujeres y ancianos.
A lo que se le debe agregar la dependencia funcional, mental y social en el largo proceso de envejecimiento, donde las intervenciones SOCIOSANITARIAS prácticamente no existen, lo que ha generado un gran desafío para la GERONTOLOGÍA DEL SIGLO XXI, para las familias, la NUEVA SOCIEDAD, y los gobiernos a escala global.
Ya que la mayor parte de los que envejecen se encuentran en el medio comunitario, y por lo tanto fundamentalmente bajo la responsabilidad asistencial de sus familias y de los equipos de atención primaria.
Todos estos actores sociales carecen la una «carta de navegación», llamada conocimiento sobre esta nueva comorbilidad social: la violencia, maltrato y/o trato negligente de los adultos mayores.
La pregunta es: ¿cómo vamos a resolver esta enfermedad social, cuyo impacto en la salud pública será desastroso, si todos los involucrados no conocen los aspectos básicos del proceso de la violencia en este segmento de la población? La respuesta la dará el tiempo y el compromiso de los gerontólogos de los países emergentes, ya que aquí vivirán más del 70 % de los adultos mayores del siglo XXI.
En el sentido global, el cuidado de los miembros de la Tercera Edad será responsabilidad de la familia y de los cuidadores formales e informales.
Otra de las conclusiones es que desde esta perspectiva la urgente prioridad será capacitar a toda la sociedad en forma permanente, sobre está comorbilidad social, llamada violencia, maltrato y/o trato negligente en los adultos mayores. Donde las intervenciones deberán estar dirigidas al espacio vital (hogar), ambiente desfavorable entre sus miembros, y un enfoque educacional y comprensivo.
Otro de los aspectos es el de la denuncia de este tipo de violencia doméstica, donde la presencia o ausencia de intención, puede ser relevante en la toma de decisión para la denuncia o no en las autoridades competentes.
La intencionalidad puede ser considerada como puntos a lo largo de una línea continua de acontecimientos e incluir varios niveles de intensidad, con diferentes antecedentes y consecuencias, teniendo en cuenta la dinámica intraindividual, la transmisión intergeneracional de la violencia.
Donde factores como la dependencia, el estrés interno y externo, así como el aislamiento social, tendrán una participación dinámica y cambiante, ya sea de forma positiva o negativa en el proceso de la violencia en el que se puede ver involucrado este segmento de la población en rápido crecimiento.
Otra de las conclusiones de esta investigación es que el maltrato y/o el trato negligente de los adultos mayores existe, en toda la geografía de la ciudad de La Falda (Valle de Punilla, provincia de Córdoba, Argentina), con algunas variaciones entre los distintos barrios, nivel social, cultural y económico.
Ninguna información puede ser discernida considerando la extensión del problema existente (prevalencia), como tampoco nada se puede decir sobre el número de nuevos casos (incidencia).
No se puede realizar ninguna presentación sobre la naturaleza y etiología del maltrato y/o trato negligente del que pueden ser víctimas las personas de la Tercera Edad. Existen muchas situaciones que desde el punto de la gerontología de la violencia podríamos llamar de alto riesgo, y que debe ser evaluada en el caso de una sospecha. “Una situación de bajo riesgo es aquella en la que sabemos que podemos orientar o reorientar a los maltratadores a través de la terapia, mientras que en una situación de alto riesgo directamente se debe intervenir judicialmente, ya que la vida de la víctima puede estar en serio peligro”.
Una madre sola, un hijo no deseado, un nivel socioeconómico asfixiante, una enfermedad psiquiátrica o una adicción, todas estas son situaciones que pueden llevar al maltrato o abuso de esta cohorte de la población. Son muchos los espacios donde se puede hallar “huellas” o “indicios” de que una persona ha sido o puede ser maltratado/a.
La descarga de una violencia siempre injustificada y sin medida suele manifestar problemas de conducta o integración, además por supuesto, el maltrato o abuso puede dejar “huellas” visibles, en otras oportunidades no se harán visibles, pero que igual duelen y no se olvidan tan fácilmente.
Otros de los aspectos que he podido encontrar durante las entrevistas en el escenario familiar es que, hijo/a/s, familiares en segundo grado, cuidadores formales e informales, están “entrampados”, por un lado los adultos mayores tienen que lidiar con los fantasmas de la soledad, la dependencia siempre creciente, los cambios asociados a la edad, la falta de estrategias para enfrentar los proceso cambiantes del envejecimiento, así como no haber entrenado a sus hijos, para que en el futuro ellos se hagan cargo de su cuidado en esta etapa del ciclo vital.
En el otro lado de esta realidad involucra a los familiares, cuidadores, gobiernos y a la propia comunidad, que no han asumido que la vejez no es una enfermedad, sino parte del proceso vital, y que el precio de la longevidad es la pérdida de la autonomía, distintos grados de discapacidad y al final la dependencia aumenta en forma directamente proporcional a la cantidad y a la calidad del segmento de los viejos/viejos.
Lo que crea tensiones y conflictos, que deben ser solucionados en tiempo y en forma.
¿Pero cómo se va a solucionar algo que no se conoce y peor aún, cómo se va a solucionar algo, sino no se sabe hacer?
Un detalle importante que no debo dejar de destacar está vinculado a lo que yo llamo «madurez filial», que se constituye en una especie de “mitocondria social” en la vejez, ya que está “usina” está compuesta por los vínculos, los afectos, las vivencias, los valores morales y éticos, con los que cada «escuela familiar» ha construido su propia historia, y que tiene características diferenciales en cada una de ellas.
Si estas situaciones vitales han sido mal construidas, y no se les ha dado la importancia en el devenir del ciclo vital, las consecuencias serán de forma proporcional a sus carencias: donde la violencia, maltrato, abuso y/o trato negligente puede ser la moneda de cambio filial, que se reciba en esta etapa tan particular del ciclo vital. Debe quedar en claro, que todo se construye en una sociedad y si estos es bueno o malo (entre estas dos situaciones hay toda una gradualidad) en la vejez, se recibe lo bueno o malo que los propios adultos mayores han construido en su juventud.
Estos factores son algunos de los “ingredientes” indispensables que forman parte del ciclo vital. Por lo tanto deberían ser mapeados, investigados, para saber cómo interactúan en el proceso de envejecimiento local y cuáles son sus características diferenciales, de acuerdo a el nivel de escolaridad, económico, social, y cultural.
En referencia a la investigación realizada se puede decir que los adultos mayores encuestados, no se explayaron libremente y sin temor sobre el tema, dejando entre ver que…esas cosas les suceden a los otros… No obstante se obtuvieron algunas respuestas las que fueron agrupadas teniendo en cuenta factores comunes de las mismas, aunque para los entrevistados variaron en el orden de la mención: agresividad, violencia (traducida en golpes), e insultos (mencionado también como agresión verbal acompañada de amenazas), dieron como positivas el 65 % de las respuestas en estos ítems, asociadas también, como hechos de importancia, a: falta de respeto, indiferencia, desprecio (21,7 %), que sumados acumulan un 85 % (tabla 9).
Un 13 % de las respuestas volcadas en la tabla 9, se agrupó en lo dado en llamar factores sociales, donde se hace mención a escasez de alimentos, medicación, higiene, sumado a la “mala atención médica”. Un 1,1 % se abstuvo de concretar de una mera sugerencia y similar porcentual dijo “no entiendo nada”.
No hubo respuestas ejemplificadoras de su opinión, ya que en su mayoría repetían los conceptos (golpes, insultos, falta de respeto).
En relación al maltrato el 40,8 % refirió no haberlo recibido, sumado a un 44,6 % que se abstuvo, quedando sólo un 14,7 % que refiere haber recibido maltrato, el 74 % hizo mención a tiempos pasados (abuso en la niñez, castigos corporales, violencia familiar del esposo o parientes, especialmente las viudas). El 18 % describió discusiones, burlas y ofensas y el 7 % hizo referencia al abandono, especialmente de tipo emocional.
Otro de los aspectos fue la actitud tomada, cuando se sintieron o fueron víctimas de maltrato, el 100 % respondió que nada, otros la aceptaron o se resignaron, quizás por temor o dolor emocional, o por ser incapaz de recurrir a terceros o tener que pasar por una experiencia legal (tabla 10).
En la ilación de la encuesta, se le preguntó al encuestado si conoce a allegados supuestamente víctimas de maltrato. Sólo el 40,2 % respondió afirmativamente, siendo, de éstas, en un 73% vinculada a la violencia doméstica (padres que agreden física y psicológicamente a sus hijos, esposos que niegan el sustento y recreación, vecinos que se odian). Un 11 % hace referencia al abandono familiar (personas solas no visitadas ni atendidas por hijos, nietos u otro familiar directo, que subjetivamente lleva a la idea de abandono de persona. Un 16 % no aclara por ejemplo, consecuentemente éstos encuestados son los que dejaron sus formularios de encuesta en blanco al pasar a este tema.
Al tema de agregar algo sobre el problema el 65,5 % lo consideró no importante dar alguna opinión. De los que contestaron afirmativamente (34,8 %), el 42,1 % pusieron el acento en el abuso económico que está sometido, solicitando mejoras en sus haberes. Otro porcentaje importante (43,7 %), solicita una mejor comunicación con la obra social que los nuclea (I.N.S.S.J. y P [Instituto Nacional del Seguro Social de Jubilados y Pensionados], PAMI), solicitando específicamente la presencia periódica de un profesional de la gerontología para poder ser escuchados sobre sus problemas; 9 respuestas (14 %) están dirigidas hacia los medios de comunicación, para que se les preste a la Tercera Edad mayor atención, para que los problemas vinculados a la violencia familiar y específicamente el maltrato, abuso y/o trato negligente de los adultos mayores , en cualquiera de sus formas sea cada vez más publicitada (tabla 12).
La diferencia por género en el análisis de las encuestas, no arrojó diferencias significativas en el contexto de las respuestas vertidas, como tampoco influyeron las creencias religiosas (92 % practicantes católicos, (tabla 3), ni el estado civil, donde se observó que la mayoría (40,8 %) de la población muestran que estaban casados, infiriendo una mutua compañía (tabla 1, 2 y gráfico 2).
Para finalizar, esta nueva comorbilidad social, deberá ser abordada desde cuatro perspectiva que se encuentran íntimamente coligadas en el abordaje del maltrato, abuso y/o trato negligente en los adultos mayores, lo que permitirá instrumentar acciones que permitan prevenir y proteger a este segmento de la población en rápido crecimiento.
Estas son: PRÁCTICA, POLÍTICA, EDUCACIÓN e INVESTIGACIÓN.
POR PRÁCTICA se entiende la intervención directa «línea de frente» con adultos mayores víctimas de maltrato, abuso y/o trato negligente. En esta aproximación, la práctica involucra principalmente a los trabajadores de los servicios sociales y de salud que intervienen para tratar de desactivar el proceso de violencia, maltrato y/o trato negligente de este segmento de la población.
Teniendo en cuenta que muchos de nosotros podemos estar en una posición de ofrecer asesoramiento y/o asistencia a las personas de la TERCERA EDAD que se sospecha que pueden ser víctimas de esta comorbilidad médico/social, particularmente me encuentro involucrado en su práctica.
EN EL CAMPO DE LA POLÍTICA, hace alusión al establecimiento de regulaciones y líneas guías para su conocimiento y su tratamiento con relación al maltrato, abuso y/o trato negligente de la que pueden ser víctimas los adultos mayores.
Una política gubernamental, institucional u organización comunitaria, donde determinados servicios puede ser provistos, en cantidad y en determinadas circunstancias.
La cantidad de PROGRAMAS EDUCATIVOS se desprende del análisis de la política, examinando las premisas básicas en la que se sustentan.
Desde el campo de la EDUCACIÓN incluye no sólo los programas académicos formales, sino además programas de EDUCACIÓN PÚBLICA desarrollados por ONG (Organismos no Gubernamentales) u ORGANIZACIONES COMUNITARIAS, donde la estrategia deberá ser la EDUCACIÓN CONTINUA en todos los niveles educativos, en las organizaciones de profesionales, centros de trabajo y destacándose la importancia de los esfuerzos educaciones formales e informales para mostrar las distintas dimensiones del proceso de maltrato, abuso y/o trato negligente en las personas de la TERCERA EDAD.
Desde el campo de la INVESTIGACIÓN hace referencia a investigaciones donde se muestran las distintas metodologías de investigación, así como los resultados de las presunciones y permiten establecer el conocimiento acerca del sujeto:
– ¿Cómo fueron diseñadas las investigaciones?
– ¿Cómo se las pone en práctica?
– ¿Cómo se evalúa y validan sus resultados?
El análisis de las distintas investigaciones sobre maltrato, abuso y/o trato negligente en las personas de la TERCERA EDAD, así como evaluar el peso los resultados, donde estos están íntimamente coligados. El campo de «línea de frente» donde la PRÁCTICA tiene lugar también debería ser objeto de investigación. Los conocimientos de los distintos investigadores pueden aportar información importante a los profesionales de la GERONTOLOGÍA, sobre cuán efectivas pueden ser sus intervenciones.
La educación continua brindará a los distintos profesionales la posibilidad de estar informados y desarrollar habilidades y/o competencias a través de las cuales puedan desarrollar una mayor predisposición para un abordaje adecuado que beneficie a la NUEVA SOCIEDAD GLOBAL.
La actividad de los profesionales de la GERONTOLOGÍA se ve influenciada por la/s política/as gubernamentales y por la filosofía de sus lugares de trabajo. Los políticos que legislan necesitan «oír» a los profesionales que se encuentran en la PRIMERA LÍNEA DEL PROBLEMA en orden de desarrollar políticas sólidas.
Las instituciones de investigación y del campo de la educación son también afectadas por las políticas gubernamentales e institucionales.
Son muchas las piezas del rompecabezas de este problema médico/social que deben ser puestas en su lugar para poder así develar un caso de maltrato y/o trato negligente en este segmento de la población. Y la internación –no siempre necesaria desde el punto de vista médico- es una herramienta que brinda tiempo, para realizar una investigación a fondo de la situación, ya sea por medio de entrevistas sociales, un gerontodiagnóstico u otro método que puede hacer «visible» está nueva comorbilidad social, con elevado impacto en la salud pública.
Es que ante la sospecha de “indicios” de maltrato estos deberán ser corroborados. Si los signos clínicos, asociados a la información complementada a través de la entrevista directa, nos permitirá certificar o descartar la existencia de esta comorbilidad social, y es aquí donde la denuncia es mandataria de ser afirmativo.
Esto último hay que decirlo sin recurrir a figuras retóricas: el riesgo que presupone el maltrato para la víctima puede ser tal que lo puede llevar a la muerte física o social.
Otra de las conclusiones es que el cuidador –familiar estresado, personas ajenas no preparadas- es el factor eje en el maltrato en los adultos mayores. La educación, la capacitación, y el entrenamiento de los cuidadores formales e informales para aumentar (habilidades y competencias) sus conocimientos sobre el proceso de envejecimiento, maltrato, y/o trato negligente en las personas de la Tercera Edad, nos abre la gran puerta de la “oportunidad” para ofrecerles ayuda y asesoramiento permanente, en su particular tarea de cuidado.
Esta es una estrategia importante para reducir la incidencia del maltrato en este segmento de la población altamente vulnerable, a medida que presenta mayor dependencia y “gana” más años. Adicionalmente, los cursos educación permanente pueden ser útiles, como parte de un Plan Estratégico, donde los adultos mayores con necesidades insatisfechas y/o disconformes con el cuidado de personas ajenas, familiares estresados, o no preparados, puedan tener acceso a la información a través de estos Programas Gerontoeducativos, como una forma de dar respuesta a sus cambiantes necesidades dentro del proceso de cuidado y envejecimiento. Los programas de entrenamiento serán más útiles si se los articula al Plan Estratégico Gerontoeducativo, a los grupos de autoayuda para el/la cuidador/a, como una forma de intervención gerontológica para el control de estrés, prevenir el maltrato y/o trato negligente en este segmento de la población, así como la innecesaria institucionalización.
El abordaje del Maltrato y/o trato Negligente en la Tercera Edad debe ser multidisciplinario. Para lo cual se deberá crear un comité de maltrato, abuso y/o trato negligente del adulto mayor. El modelo de trabajo deberá ser el interdisciplinario.
Posted by Carlos Gil Gálvez
Fuente | Blog.Diagnostrum.com
Ayúdanos a mejorar…Escribe aquí tu comentario!