Un anciano es sano cuando guarda equilibrio entre sus esferas biológicas, psicológicas, social y espiritual. Esto no quiere decir que no presente alteraciones funcionales y morfológicas a nivel de sus órganos y tejidos por ejemplo, pero, las mismas se deben al proceso lógico de envejecimiento y, no se trata de afecciones patológicas o enfermedades.
El anciano sano llega a esta situación básicamente por cómo ha sobrellevado su vida y su salud anterior, guardando conductas de higiene preventiva, buena nutrición y alimentación, practicando ejercicio, evitando conductas y prácticas dañinas para la salud y realizando todas estas actividades en forma continua y sostenida en el tiempo.
Nutrición
La alimentación cumple una doble función, física / nutricional y efectiva / de gratificación. Una buena alimentación es esencial para una buena salud, pero también para la pronta recuperación de enfermedades.
Los alimentos nos ofrecen distintos nutrientes tales como proteínas, hidratos de carbono, grasas, vitaminas y minerales. Todos ellos necesarios e imprescindibles. Se encuentran en variados alimentos por lo que la alimentación también ha de ser variada.
Entre los principales alimentos tenemos los lácteos, carnes y huevos que son ricos en proteínas animales, los vegetales y frutas, que nos dan fibras, las legumbres, cereales y tubérculos que nos proporcionan energía, aceites y grasas en general que nos aportan ácidos grasos y azúcares, dulces e hidratos de carbono, que nos aportan calorías y se absorben rápidamente.
Los hidratos de carbono entonces son la fuente principal de energía. Las proteínas nos aportan estructura y sostén al cuerpo. Las grasas, calor y reserva energética. Las vitaminas y minerales nos ayudan a que los hidratos de carbono, las grasa y las proteínas cumplan bien sus funciones y el agua, mantiene la temperatura corporal, y ofrece el medio dónde se producen las reacciones químicas.
La necesidad de nutrientes varían según las etapas de la vida. Las necesidades energéticas disminuyen con la edad, mientras que las necesidades proteicas aumentan con la edad y aún mas en pacientes con procesos infecciosos.
Una mala nutrición se manifiesta en algunos indicadores tales como: pérdida significativa de peso corporal, peso bajo para la talla, se reducen las proteínas sanguíneas, ingesta disminuida o inapropiada mantenida en el tiempo, osteoporosis, anemia y pasaje de la autovalidez a la necesidad de ayuda para las actividades de la vida diaria.
Una buena nutrición implica ingerir cantidades adecuadas de nutrientes. Estos nutrientes deben provenir de los cinco grupos básicos de alimentos ya descriptos.
Si bien no es el único, la pobreza es uno de los factores más importantes desencadenantes de la desnutrición en la ancianidad. Esto aumenta en los pacientes institucionalizados y frente a situaciones de stress se produce un incremento de las necesidades nutricionales.
Entre los factores relacionados con la mala nutrición en la vejez tenemos: la enfermedad mental, la soledad, la pobreza, malas condiciones de vida, debilidad física, el abuso de alcohol, sedantes y / o enfermedades en general. Las causas que propician la malnutrición tenemos: reducción de la ingesta, uso anormal de nutrientes, mala absorción intestinal por enfermedades.
Valoración del estado nutricional
La malnutrición es bastante frecuente en los adultos mayores, pero es difícil realizar una valoración del estado nutricional. La inexistencia de un instrumento específico de valoración, es la causa por la cual no se encuentra incluida en la valoración gerontológica integral. En estudios realizados en EE.UU y Europa se han detectado los siguientes promedios de malnutrición: en medio hospitalario, entre 35 al 60%, en residencias geriátricas entre el 20 y el 25% y en domicilios entre el 3 y el 5%. La malnutrición en hospitales se explica por las injurias y enfermedades que padece el anciano, mientras que en las residencias en un 60% de los casos se debe a un déficit en el aporte de nutrientes.
Entre los instrumentos utilizados para la valoración nutricional se encuentran:
Historia Dietética, difícil de cuantificar no obstante es uno de los métodos más utilizados y se trata de cuantificar lo que consumen los ancianos. Para ello se les consulta respecto a sus costumbres alimenticias, secuencias de comidas, modalidades y costumbres culinarias. También se consulta a sus cuidadores de existir. Es importante conjugar sus resultados con otros métodos de medición como lo son las determinaciones antropométricas y biológica, junto a los datos clínicos. El tiempo ideal de análisis es de 7 días.
Determinaciones Antropométricas, de difícil cuantificación en ancianos postrados, obesos o discapacitados en general. Debe tomarse el peso corporal en forma sostenida en el tiempo, pues el peso corporal tomado aisladamente tiene escaso valor. El IMC marca la relación entre el peso y la talla. La medición de la talla se puede calcular en pacientes postrados, midiendo la distancia entre la planta del pie y la mitad de la rodilla y a ese valor se lo multiplica por 3,5.
Determinación Biológica, el indicador biológico más utilizado es la albúmina en sangre. Cuando es menor a 3,5gr% se considera indicativo de malnutrición. La ausencia de pre-albúmina es aún un indicador más grave.
Entre los instrumentos o escalas utilizados tenemos el Cuestionario “Conozca su salud nutricional” o la propuesta de Velloz Gñigoz (Tolouse), el MNA.
Hablamos de Obesidad cuando el sobrepeso es igual o mayor al 20%. El exceso de peso es un factor de riesgo de la Diabetes Tipo II. En general cuando se baja de peso la diabetes suele compensarse. Otro factor de riesgo del sobrepeso es la litiasis vesicular, las artrosis de caderas, las patologías cardiovasculares y la hipertensión arterial.
La mortalidad de los obesos es superior a los de otras personas, por lo que la obesidad disminuye a mayor edad. Toda dieta para bajar de peso, en una persona mayor debe realizarse con moderación. Un método sencillo resulta de indicar a la persona tres comidas diarias, con restricción de grasas y azúcares.. El proceso de adelgazamiento es duradero, presentando mesetas dónde no se baja de peso. Lo ideal es perder hasta un kilo por semana. Los grupos de apoyo como “·gordos anónimos” son efectivos como contención.
Odontología Geriátrica.
En general no suelen prescribir a los ancianos el examen odontológico rutinario y este es de vital importancia. En general no se tiene en cuenta que la digestión empieza en la boca. Una mínima observación de la dentadura de un adulto mayor, puede modificar toda una conducta asistencial. El odontólogo es un pilar fundamental en el equipo interdisciplinario gerontológico de salud, aunque se ven pocas interconsultas entre éstos y los médicos geriatras.
El envejecimiento produce desde el punto de vista odontológico en los dientes, una disminución de la frecuencia de caries, pérdida del relieve de las cúspides e incremento de la fragilidad por deshidratación. Afecta el aparato masticatorio, por pérdidas de piezas dentarias, frecuente mala oclusión y disminución de la fuerza para triturar los alimentos. También produce modificaciones temporomandibulares.
El Autocuidado en los Adultos Mayores
El ser humano esta habilitado a aprender durante toda su vida, independientemente de la edad, por lo cual puede adquirir conductas y hábitos de autocuidado. El autocuidado representa acciones y decisiones que toma un individuo para prevenir y tratar su situación personal frente a la enfermedad. Entre estas habilidades podemos destacar:
- Realizar diagnósticos sencillos tales como tomarse la temperatura, presión arterial, etc.
- Enfrentar condiciones agudas sencillas tales como un resfrío, quemaduras de la piel, etc.
- Tratar enfermedades crónicas con los medicamentos y acciones indicadas por el médico.
- Realizar acciones tendientes a prevenir enfermedades y promocionar su salud, tales como ejercicios, dietas, no consumir alcohol, tabaco, higiene dental, etc.
- Buscar información relacionada con la salud, tal como tener acceso al cuidado formal, buscar ayuda profesional, etc.
- Algunos ancianos no sólo realizan acciones para su autocuidado sino que pueden hacerlo para otros ancianos. El autocuidado involucra a los profesionales de la salud, la familia, vecinos, amigos, centros de día, centros de jubilados y la comunidad en general. El fomento del autocuidado se puede realizar a través de la educación verbal o escrita, el conocimiento de los centros de salud, etc. El adulto mayor debe ser el centro, el foco en que deben centrarse los servicios de salud.
* Gustavo J. Pérez es Director del CESA – Centro de Estudios Sociales Argentino
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