Es muy común tener una mascota en los hogares, pero no solemos ser conscientes de los beneficios que tienen en nuestra salud. Tener un animal en casa aporta compañía y propicia un ambiente idóneo para formar un fuerte vínculo afectivo con él.
El poder de tener una Mascota para los Enfermos de Alzheimer y otras Demencias
Numerosos estudios demuestran cómo su presencia puede llegar a disminuir el riesgo de enfermedad cardiovascular. Esto se explica porque aumentan la actividad física por el simple hecho de jugar con ellos algunas veces al día y, sobre todo, en el caso de los perros, el deber de sacarlo a la calle ya obliga al enfermo a moverse más de lo que lo haría sin un animal a su cargo.
En estas edades se tiende a evitar cada vez más el movimiento de forma que los beneficios de algo de actividad se triplican. Evitan el sedentarismo y mejoran el estado físico (en concreto el equilibrio, la psicomotricidad y la memoria).
La compañía que aportan aumenta nuestra seguridad tanto propia como con nuestro alrededor, por lo que para una pareja de ancianos o una persona que vive sola es una fuente de tranquilidad. Los dueños suelen sentirse protegidos por sus mascotas y saben que éstas los defenderían en caso de robo o asalto en casa. A su vez, decrece la sensación de soledad y aumenta la autoestima ya que sabes que tu compañero te será siempre fiel y te demuestra que eres importante para él.
Como otro beneficio encontramos la implicación de la oxitocina (también llamada hormona del amor) que es segregada por nuestro cerebro tras jugar con nuestra mascota o pasar tiempo disfrutando de su compañía y acariciándola. Esta hormona tiene múltiples beneficios como reducir el estrés, la ansiedad y prevenir la depresión.
La disminución de estos tres factores es muy importante ya que un cuadro depresivo o ansioso podría agravar la enfermedad rápidamente. Además, la relajación aporta más calidad de sueño y en ocasiones, se ha podido demostrar según algún estudio, que también mejora el apetito (que siempre se ve afectado en personas ancianas y en especial, las que padecen de alguna enfermedad concreta).
Como un punto importante a tener en cuenta es que la presencia de una mascota ayuda a evitar problemas de conducta en la enfermedad como puede ser agitación, agresividad, desorientación o confusión. La forma tan cariñosa y sutil que tienen las mascotas para acercarse a sus dueños, hace que, algunas veces, sea más fácil interactuar, encontrar comodidad y socializar con ellos que con el resto de personas. En el caso de las personas enfermas, y sobre todo las que siempre han sido amantes de los animales, se suele ver de forma clara.
Interactuar con tu mascota es un constante flujo de comunicación no verbal positiva
En las edades más avanzadas cuando se tiene una rutina monótona, no se trabaja y no tienes hijos a los que cuidar, una mascota te hace sentir responsable y útil. Te da un motivo para levantarte todas las mañanas ya que sabes que su supervivencia y bienestar depende solamente de ti.
Como continuación a lo expuesto, podemos añadir el deber de recordar cómo se llama la mascota, cuántas veces y a qué horas tiene que comer o sacarlo, es un entrenamiento diario de la memoria, que, a pesar de ser muy simple, mantiene las funciones cognitivas activas.
En el caso de personas que no se encuentran en una fase muy avanzada, pasear a un perro hace que aumente su círculo social ya que siempre es una excusa para acercarte a otro propietario y siempre hay tema del que hablar, se conocen personas nuevas y se comienzan conversaciones espontáneas.
Es importante que el cuidador principal de la persona sea el encargado de que la mascota esté bien cuidada. Un animal también tiene necesidades, como las personas, e implican responsabilidad. Durante la primera fase del Alzheimer seguramente solo sea suficiente con recordarle de vez en cuando a la persona enferma que le tiene que dar de comer o sacar el animal a pasear. Todavía gozan de bastante autonomía. Más adelante es fundamental que el cuidador se mantenga atento a los horarios de la mascota ya que los olvidos serán algo habitual en el día a día.
Por otro lado, es muy importante que se tenga en cuenta el riesgo que hay de tropiezo con un animal suelto por casa sobre todo si se trata especialmente de una persona de tercera edad y enferma. Y no solamente este es el único problema que tienen las mascotas. El más importante es la carga para el cuidador, del cual ya hemos hablado un poco más arriba. Se le obliga a tener una responsabilidad más aparte de cuidar del enfermo. Ser cuidador requiere la mayor parte del día, por lo que si le añadimos el tener que cuidar de una mascota puede cargar demasiado a la persona.
Por esto, la mejor solución podría ser que fueran personas diferentes las que se encargaran de la mascota y del enfermo o, tener un animal enjaulado que no necesitase de tantos cuidados ni ocupara ni ocupara tanto espacio.
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