Cada vez se habla más de depresión en esta edad porque “cada vez hay más personas mayores”, según Ildefonso Mateo, coordinador de la Unidad de Salud Mental (Salud entre todos, enero, 95) del Hospital de Valme en Sevilla.
Mateo no comparte algunas teorías que afirman que esta enfermedad se da más en la «tercera edad», “lo que ocurre es que ahora hay más personas mayores para padecerla”, dice.
Depresión en los ancianos
Muchos ancianos se muestran contínuamente a disgusto, amargados, irritables, a veces con tendencias hipocondríacas, conductas rebeldes. Todo ellos acompañado de una disminución grande del tono vital, pérdida de interés por las cosas y apatía.
“Dado que la tercera edad supone para la persona una situación nueva, representa una primera ocasión que requerirá una adaptación afectiva. Los conflictos y frustraciones que en esta etapa se le imponen se constituyen en un freno para la adaptación satisfactoria del anciano”, según escribe José Manuel García Arroyo (enero, 95) en su informe sobre “Trastornos afectivos en la tercera edad”. Para este especialista, la principal característica que define esta etapa de la vida es la de la “pérdida” de la actividad laboral, del protagonismo social y familiar, del poder adquisitivo, de personas amadas, de sus capacidades físicas y de la salud.
Ildefonso Mateo destaca el papel de las pérdidas, pero añade que en algunas ocasiones los trastornos pueden estar producidos por la medicación que reciba el adulto mayor para contrarrestar sus problemas de salud y en otras tener carácter endógeno o hereditario, pero todos los médicos coinciden en señalar que las depresiones tienen un carácter individual y que no se dejan influir por el medio socioeconómico, aunque sí en ocasiones, por la estación del año, ya que son más frecuentes en primavera y en otoño.
Igualmente, todos señalan que la depresión tiene cura y que no necesariamente siempre tiene que hacerse con fármacos, aunque se debe recurrir a éstos cuando no ceda fácilmente con el apoyo psicológico. Así mismo, creen aconsejable mantener el tratamiento permanentemente, cuando la patología presente recaídas que pueden sumir al anciano en un estado de depresión contínuo.
Según los estudios realizados sobre las depresiones en la tercera edad, las mujeres la sufren más que los hombres y son más frecuentes en el medio rural que en el urbano. El estado civil muestra también cierta influencia, con cifras más altas en los viudos y más bajas en los casados, quedando los solteros en un nivel intermedio.
Clase social
Con respecto a la “clase social”, no hay mucha diferencia entre la alta y la media, pero se produce más entre personas ancianas de “clase baja”. La vejez es un proceso biológico que afecta a todas las personas, aunque no todas lo asumen de la misma forma, siendo en muchos casos, el origen de las depresiones.
Lo que se altera más precozmente es la memoria. El adulto mayor pierde la capacidad para retener experiencias nuevas y, por consiguiente, para recordar acontecimientos recientes. Este hecho explicaría la tendencia del anciano a relatar o refugiarse en el mundo de los recuerdos lejanos, así como a mostrar cierta reticencia ante nuevos aprendizajes.
La capacidad de aprendizaje disminuye en la vejez y aparecen una serie de rasgos que por ser comunes a la mayoría de los ancianos se consideran característicos de la “vejez psicológica”. Uno de ellos es la tendencia a volverse cada vez más introvertido, a mostrarse rígido frente a las actitudes de los demás y aumenta el interés por la salud de su cuerpo, lo cual puede conducir a actitudes hipocondríacas.
Otro rasgo importante de la personalidad en esa época de la vida, que puede contribuir a provocar la depresión, es la aparición de la desconfianza, debido unas veces a la inseguridad que proporciona una soledad creciente como consecuencia de la pérdida progresiva de seres de su entorno, otras a saberse miembros de un colectivo minoritario que difícilmente encaja en los modos y costumbres de la mayoría, y finalmente, a minusvalías físicas.
Con todo ello, lo que a otros puede parecer pérdida de facultades, es vivido de forma mucho más dramática por el anciano, que tiene un mundo de valores diferentes. Es por todo esto que si la depresión muestra una gran afinidad por la “tercera edad” es porque encuentra en el anciano un terreno propicio para desarrollarse. Para salir de ella es fundamental que la persona mayor comprenda la etapa vital en la que se encuentra, en la que también se puede alcanzar cierto crecimiento y maduración interior, que acepte las discapacidades propias de la edad y busque actividades que hagan más placentera su existencia.
Recursos para afrontar la depresión o cuidar de una persona que padece esta patología.
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