Memoria: cómo cuidarla con ejercicio físico y mental

Cómo preservar la agilidad de la memoria en la tercera edad con una simple rutina

La memoria es una de las funciones cognitivas que más se deterioran con el paso de los años. Olvidar nombres, fechas o lugares comunes puede ser una señal de que nuestro cerebro necesita más estimulación y cuidado. Afortunadamente, existen hábitos sencillos que podemos incorporar a nuestro día a día para mejorar nuestra capacidad de recordar y aprender.

El ejercicio físico, un aliado para el cerebro y tu memoria

Uno de ellos es el ejercicio físico moderado, que tiene múltiples beneficios para la salud cerebral. Según diversos estudios, practicar actividad física regularmente mejora el flujo sanguíneo al cerebro, lo que favorece la oxigenación y la nutrición de las neuronas. Además, el ejercicio estimula la liberación de sustancias químicas como la dopamina, la serotonina y el factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF), que mejoran el estado de ánimo, la motivación y la plasticidad neuronal.

Memoria ejercicio físico
Memoria ejercicio físico

El ejercicio físico también previene o retrasa la aparición de enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer o el párkinson, que afectan a la memoria y a otras funciones cognitivas. Según un estudio publicado en la revista ‘Neurology’, las personas mayores que realizan ejercicio físico moderado tienen un 36% menos de riesgo de desarrollar deterioro cognitivo leve, una condición que puede preceder a la demencia.

La mente, un músculo que hay que entrenar

Pero no solo el cuerpo necesita moverse, sino también la mente. Otra forma de mantener la memoria en forma es realizar actividades mentales desafiantes y variadas, como leer, escribir, aprender idiomas, tocar un instrumento, resolver crucigramas o jugar al ajedrez. Estas actividades estimulan las conexiones entre las neuronas y crean nuevas redes neuronales, lo que se traduce en una mayor reserva cognitiva.

La reserva cognitiva es la capacidad del cerebro para compensar los efectos del envejecimiento o de las enfermedades mediante el uso de recursos alternativos. Cuanto mayor es la reserva cognitiva, más resistente es el cerebro al deterioro y más tiempo se mantiene su funcionamiento óptimo. Por eso, es importante mantener la mente activa y curiosa a lo largo de la vida.

Otros factores que influyen en la memoria

Además del ejercicio físico y mental, existen otros factores que influyen en la salud de la memoria, como la alimentación, el sueño, el estrés y las relaciones sociales. Una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras, cereales integrales, pescado azul y frutos secos, puede prevenir o retrasar el deterioro cognitivo al aportar nutrientes esenciales para el cerebro. Dormir bien es fundamental para consolidar los recuerdos y eliminar las toxinas que se acumulan en el cerebro durante el día. El estrés crónico puede dañar las células nerviosas y afectar a la memoria y al aprendizaje. Por último, mantener un vínculo afectivo con familiares y amigos puede mejorar el bienestar emocional y cognitivo de las personas mayores.

En definitiva, cuidar nuestra memoria no es solo cuestión de genética o de suerte, sino también de hábitos saludables que podemos adoptar desde hoy mismo. Con una simple rutina diaria de ejercicio físico y mental podemos preservar nuestra agilidad mental en la tercera edad y disfrutar de una mejor calidad de vida.


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