Mindfulness y demencia
Hoy en día y cada vez más podemos leer la palabra mindfulness en casi cualquier parte. Podría decirse que se ha puesto de moda. En realidad, lo ha hecho porque constituye una técnica que demuestra su eficacia al mismo tiempo que gana adeptos.
El mindfulness no es solamente una técnica de meditación, sino que puede asumirse como una perspectiva vital. Básicamente, implica centrar la atención en el momento presente y ser conscientes de lo que ocurre en él. A diario, nuestra mente no puede dejar de pensar, va de pensamiento en pensamiento, al igual que un mono va de rama en rama, sin parar; lo que se ha llamado la mente de mono.
Los orígenes del mindfulness se sitúan en la filosofía budista, aunque poco a poco se ha ido sistematizando y probando su eficacia a nivel científico. Los ejercicios de práctica de esta técnica consisten, principalmente, en prestar atención al momento presente, con conciencia plena, sin juzgar (sin emitir juicios de valor).
¿Es eficaz practicar mindfulness?
Aunque son bastante recientes, algunos estudios han probado la eficacia del mindfulness en las personas con Alzheimer y otras demencias (en estadios leves) y sus cuidadores. Tomados todavía con cautela, sus resultados indican que la práctica de esta técnica tiene beneficios para diferentes capacidades cognitivas como la atención o la memoria.
Uno de estos estudios es el llevado a cabo por Quintana y Miró (2015), en el que implementaron un programa de entrenamiento en mindfulness para enfermos de Alzheimer u otras demencias y sus cuidadores. En este estudio se plantean algunas rutinas sencillas que pueden contribuir a la práctica de esta técnica con el enfermo, destacando que la práctica diaria es importante para poder observar sus beneficios.
Uno de los ejercicios que plantean los autores propone lo siguiente: por la mañana, con el paciente todavía sentado/a en cama, se le pide que realice 10 respiraciones (pudiendo ayudarle a contar). Esto contribuirá a que preste atención a su respiración en el momento presente.
Además de estas propuestas dirigidas a enfermos, es importante destacar también los beneficios que podría generar el mindfulness para el bienestar emocional del cuidador. La práctica de esta técnica permite reservar un momento de calma para el cuidador (tan difícil de encontrar en la mayor parte de los casos de cuidadores familiares), eliminando cualquier preocupación o pensamiento ansiógeno durante el tiempo que dura la práctica.
Ejercicio de Mindfulness
Me gustaría plantear un ejercicio sencillo de mindfulness, de cara a poder introducirnos en la práctica de esta técnica, tan novedosa como beneficiosa.
1. Adopta una postura cómoda
La postura más utilizada para practicar mindfulness o meditación es aquella en la que nos sentamos sobre algo mullido o cómodo (por ejemplo, una alfombra o una manta), con las piernas cruzadas. También podemos hacerlo sentados en una silla o tumbados. La espalda la mantendremos siempre erguida, como si un hilo tirase de nuestra coronilla hacia arriba.
2. Atiende a tus sensaciones
A continuación, cierra los ojos y presta atención a tu respiración. Siente cómo el aire entra y sale, sin modificar el ritmo. Simplemente, observa y no juzgues. Experimenta cada una de esas sensaciones.
Ahora, repasa cada parte de tu cuerpo buscando cualquier tensión, empezando por los pies y terminando por la cabeza. Si encuentras alguna tensión, simplemente relájala.
3. Concéntrate en los sonidos del ambiente
Una vez has hecho ese repaso por las sensaciones corporales, céntrate en los sonidos que puedes percibir en ese momento. Presta atención a cada sonido, cercano o lejano, sin pensar en si te agrada o no. Simplemente, sé consciente de que está ahí. Siente su intensidad, su fuerza o suavidad,… Obsérvalo.
4. Vuelta al estado de activación
Permanece atento/a a esos sonidos durante un tiempo y, cuando quieras, devuelve tu atención a tu respiración. Experimenta nuevamente las sensaciones que produce el aire al entrar y salir de tus pulmones. No modifiques el ritmo, sólo obsérvalo y siéntelo.
Para terminar, realiza una inspiración y una espiración profundas. Abre los ojos y ve moviendo cada parte de tu cuerpo lentamente, desde los dedos de los pies hasta la cabeza. Tómate tu tiempo para volver de la meditación.
Al terminar, es probable que sientas un estado de calma interior. Disfruta de este estado de paz y tranquilidad. Intenta que se alargue el máximo tiempo posible, mientras continuas con tu rutina diaria.
Y para aquellos que quieran saber más, os recomiendo el libro Aprende a practicar Mindfulness, del psicólogo Vicente Simón. Además de explicar la esencia del mindfulness, aporta numerosos ejercicios prácticos muy sencillos y útiles.
Autor: Lucía Pardo Ramilo
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