Si contemplamos la historia del ser humano encontramos que ya desde los primeros inicios de la sociedad, los humanos somos seres eminentemente sociales. Buscamos la cercanía, el contacto, y los sentimientos y emociones que se producen en el momento en que nos relacionarnos con los demás. Y aunque todos necesitamos un momento de soledad, cuando la soledad no es elegida nos produce sentimientos de tristeza, enfado y apatía que pueden llegar a causar depresión también en enfermos de Alzheimer.
Según informa la BBC, en una encuesta reciente se encontró que el 42% de la población piensa que no tiene sentido mantenerse en contacto con sus seres queridos que tienen la enfermedad de Alzheimer cuando éstos son incapaces de reconocer las caras de amigos y familiares. Pero, ¿hasta qué punto es cierto?
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