A medida que avanza el envejecimiento y con la probable ocurrencia en el anciano de enfermedades neurodegenerativas y musculoesqueléticas son frecuentes las caídas.
Caídas en el anciano: definición y prevención.
En el propio proceso de envejecimiento se producen cambios en la agudeza visual, enlentecimiento, atrofia, artrosis y cambios propioceptivos que favorecen posibles caídas.
Las caídas a esta edad pueden tener graves consecuencias en el estado de salud, en la autonomía y en la calidad de vida del anciano. Con mayores consecuencias para personas con deterioro cognitivo, debido a su situación de mayor fragilidad.
Como resultado, la prevención de las caídas se considera una materia de conocimiento imperativa en la profesión asistencial.
Ante esta situación es fundamental que el cuidador o el profesional estén bien formados. Para ello se ofertan numerosos cursos y másters, por ejemplo, la Universidad de Barcelona dispone del Máster en CADI para enfermeros.
¿Por qué se producen las caídas?
A medida que el ser humano envejece, su sistema nervioso, motor y muscular van deteriorándose paulatinamente. La consecuencia de las enfermedades neurodegenerativas (Alzheimer y otras demencias) y su deterioro gradual son agravados por múltiples problemas asociados como disfunciones digestivas, problemas respiratorios, dermatológicos o musculares.
El déficit a nivel muscular considera la pérdida de masa muscular, la disminución de la proporción de agua y grasa corporal que repercuten a nivel motor. Dichos cambios afectan significativamente, al control postural, la marcha, la bradicinesia y el enlentecimiento.
Las consecuencias físicas y las relativas a nivel psicológico unidas a condiciones de polimedicación, aumentan la probabilidad de caídas y fracturas en el anciano.
Siendo éste, debido a cuadros de confusión y falta de adherencia al tratamiento médico, un paciente vulnerable a este gran síndrome geriátrico.
La capacidad de deambulación, de independencia de movimientos por el hogar o institución, debe ser considerada seriamente en los pacientes con demencia.
En cifras
Se estima una incidencia anual de las caídas en el anciano institucionalizado del 25 % (aquellos con edades entre los 65-70 años) y del 35 % (desde los 75 años). La mitad de las personas que se caen lo hacen en repetidas ocasiones y son más frecuentes en hogares de ancianos y en residencia.
Esta posición de fragilidad en el anciano unido a consecuencias a nivel psicológico y contextual (miedo psicológico a la caída y el sedentarismo), junto a la sobreprotección familiar añaden factores de continuidad al problema.
El ambiente
Entornos poco iluminados o desordenados, con ausencia de asideros y pasamanos, superficies deslizantes e irregulares o un calzado inadecuado añaden dificultades potenciales a este problema.
Consecuencias
El drama del inmovilismo en el anciano como fatal consecuencia de la caída o un nivel de dependencia mayor, le confina sin remedio al uso de la silla de ruedas o la situación de encamamiento prolongado, lo cual entraña una serie de riesgos para la salud. Las escaras y los puntos de presión, se erigen como principales problemas en esta situación.
Prevención
Como factores de prevención podemos considerar el saludable ejercicio físico (paseos y movilizaciones), la adaptación del medio (mejoras y ajustes). Desde el punto de vista médico, evitar la polifarmacia, prescribir vitaminas (D) y recomendar la hidratación del anciano.
– Rocío Medina Armenteros
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