A medida que avanza el envejecimiento y con la probable ocurrencia en el anciano de enfermedades neurodegenerativas y musculoesqueléticas son frecuentes las caídas.
En el propio proceso de envejecimiento se producen cambios en la agudeza visual, enlentecimiento, atrofia, artrosis y cambios propioceptivos que favorecen posibles caídas.