A medida que avanza el envejecimiento y con la probable ocurrencia en el anciano de enfermedades neurodegenerativas y musculoesqueléticas son frecuentes las caídas.
En el propio proceso de envejecimiento se producen cambios en la agudeza visual, enlentecimiento, atrofia, artrosis y cambios propioceptivos que favorecen posibles caídas.
Con los enfermos de Alzheimer es vital dedicar tiempo cada día para la estimulación cognitiva, y la gran meta para el cuidador es, entre otras, conseguir el retraso en la evolución de la enfermedad.